¿QUÉ
PASO CON LA POBLACIÓN
NATIVA
DE AMÉRICA?
Indios atacados por
galgos. Theodore
de Bry, 1594.
La historia de la
mayor parte de los indígenas americanos, después de Colón, es una historia de
opresión. La exploración inicial fue pronto reemplazada por la conquista y la
conversión forzada al cristianismo bendecido por la iglesia y el Rey, y
motivado por sueños de oro y gloria, apareció un nuevo tipo europeo: el
conquistador.
Todos los pueblos
originarios fueron afectados por la llegada de los europeos, y casi todos
fueron espectadores de la eliminación de su cultura. Se les impuso una nueva
religión y una nueva forma de vida distinta. Quienes no la adoptaron se les
esclavizaba o fueron eliminados.
Los europeos se
apropiaron las tierras y obligaron a los indígenas a trabajar para ellos en las
minas, las haciendas y en la construcción. La metrópoli española implanto una
estructura política y económica según sus propias necesidades, y la economía
indígena quedó subordinada a esos intereses. Las consecuencias para los pueblos
originarios de América no pudieron ser más trágicas:
“…De
esta enorme cantidad de gentes, de diversas razas que habitaban América, Dios
los creo los más simples, sin maldades, ni dobleces, muy obedientes y fieles a
sus señores naturales y a los cristianos a quienes sirven las más humildes, más
pacientes, más pacíficas y quietas gentes que hay en el mundo. Sin peleas ni
bullicios, sin rencores, sin odios, sin desear venganza… son así mismo limpios
y vivos de entendimientos, muy capaces y dóciles para toda buena doctrina: Muy
aptos para recibir nuestra santa fe católica y ser dotados de virtuosas
costumbres… En estas ovejas mansas y de calidad así dotadas por su creador y
hacedor, entraron los españoles apenas los conocieron como lobos y tigres y
leones cruelísimos, hambrientos de muchos días. Y no han hecho otra cosa, en
estos cuarenta años que destruir, despedazar, realizar matanzas, provocar
angustias, afligimientos y tormentas como nunca vistas, ni oídas ni leídas
maneras de crueldad…” (Bartolomé de las Casas).
Ellos
laboran la tierra y tienen cuidado de la casa; ellos cazan o pescan cuando no
hay guerra, aunque a la verdad son muy holgazanes, vanagloriosos, vengativos y
traidores; su principal arma es flecha enherbolada. […] cierran los huertos y
heredades con un solo hilo de algodón, o bejuco que llaman, no en más alto que
a la cintura. Es grandísimo pecado entran en tal cercado por encima o por
debajo de aquella pared, y tienen creído que muere presto quien la quebranta.
Son
gentiles olleros; las mujeres labran la tierra, que los hombres atienden a la
guerra y a la caza, y si no, danse al placer; usan vino de dátiles; crían en
casa conejos, patos, tórtolas y otras muchas aves.
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