¿Cómo se han utilizado las perlas a lo largo del
tiempo?
La fabricación de
joyas a base de perlas fue una actividad bastante extendida y favorecida entre
los pueblos antiguos. Sin embargo debido a su extrema rareza, las perlas fueron
una de las gemas más valiosas conocidas por los pueblos del mundo antiguo,
reservadas para la nobleza y personajes extremadamente acaudalados.
En América, tanto
los incas como los mexicas creyeron que las perlas habían sido imbuidas de
propiedades místicas de salud, sabiduría y profecía.
Ya que las perlas
podían ser utilizadas en su estado natural mucho antes que el corte y limpieza
de las caras de las piedras preciosas se desarrollara, se convirtió en objeto
de un importante intercambio internacional en la Antigüedad. Durante más de
4.000 años, el Océano Indico – especialmente el Golfo Pérsico, el Mar Rojo y el
Golfo de Mannar- era el centro de los mercados de perlas. Durante esta época
las perlas era un símbolo del poder de la Luna, de ahí que se les atribuyeran
poderes mágicos.
Los griegos
atribuían a las perlas, los relámpagos que ocurrían en el mar. Hasta el siglo
VII, los eruditos sostuvieron que las perlas eran gotas de rocío solidificadas,
las cuales eran capturadas por las almejas.
Los romanos
(amantes de la belleza) las consideraban lágrimas congeladas de los dioses. Su
pasión alcanzó el punto culminante en el primer siglo a.C., cuando las mujeres
de clase alta romana las llevaban incluso en la cama, para recordar su propia
riqueza al despertar. También tapizaban con ellas los divanes y las cosían en
sus trajes. El emperador Calígula, famoso por sus excesos, tras haber nombrado
cónsul a su caballo Incitato lo condecoró con un collar de perlas.
Los chinos le
dieron usos medicinales. Las perlas fueron usadas para curar los males que
afectaban a los ojos, el corazón y el estómago, así como fiebres y las
hemorragias. El polvo de perla sigue siendo todavía popular como blanqueador de
la piel y como doméstico.
Los hindúes creían
que las perlas proporcionaban paz a la mente y fortalecían el cuerpo y el alma.
Los europeos
pensaban que al tragar una perla entera o en polvo podían curar problemas de la
mente y el corazón fortaleciendo los nervios.
Durante la Edad
Media, los caballeros solían llevar perlas al campo de batalla, pues creían que
los protegería de cualquier peligro.
Ya en la época
moderna, en 1916, el reputado joyero francés Jacques Cartier compró su famosa
tienda en la Quinta Avenida de Nueva York, cambiando dos collares de perlas por
la valiosa propiedad.
Poco después, en
1919, el hijo de un fabricante de pasta japonés perfecciono y patentó un método
para cultivar las perlas y, de este modo, la producción de gemas marinas pasó
de ser una búsqueda de tesoros a una industria hecha y derecha.
0 comentarios :
Publicar un comentario