Vida y
evolución de Nueva Cádiz
¿Cómo evolucionó el
asentamiento de Nueva Cádiz?
Los
primeros europeos llegaron a Cubagua y a la Costa de las Perlas desde Santo
Domingo para traficar con los indígenas. Durante este periodo establecieron
campamentos temporales. Poco a poco fueron esclavizando a los indios y
adueñándose de las pesquerías. En este momento sólo se construyeron chozas muy
simples de bahareque y paja, que fueron abandonadas en 1520 debido a la
rebelión de los indios de Cumaná y sus alrededores. En 1523 la construcción de
la fortaleza de Cumaná, dio a los españoles el control sobre los indios y los
recursos necesarios (agua, madera, piedra, etc.), comenzando así la fase más
productiva de la ocupación de la isla, durante el cual se construyeron
edificaciones más permanentes. En su apogeo, Nueva Cádiz no sólo albergó
europeos y esclavos indígenas, traídos de Venezuela y diversas regiones del
Caribe, sino también esclavos procedentes de Santo Domingo, África y el
Mediterráneo.
Pablo
Ojer (S.J.), presenta el poblamiento de Cubagua como un proceso de cuatro (4)
etapas:
-Entre 1512 y 1525 como “ranchería de las perlas”, dependiente de la Audiencia de Santo
Domingo, a excepción del lapso 1520-1523 cuando dependió del Almirante don
Diego Colón.
-Desde finales de 1525 o principios de 1526 como pueblo organizado con consejo, cabildo
o ayuntamiento, aún dependiente de la Audiencia de Santo Domingo.
-Entre 1527 y 1528
como Villa de Santiago.
-Entre 1528 y los años de la década de 1620 como Ciudad de la Nueva Cádiz, por Real
Cedula del 12 de septiembre de 1528.
¿Cómo era el trazado de la ciudad?
La
ciudad estaba ubicada en el sector sureste de la isla de Cubagua. Su planta
tenía forma de L, y las casas y construcciones estaban organizadas en cuadras
rectangulares. El aspecto general de Nueva Cádiz era más parecido al que los
pueblos del norte de áfrica y el Mediterráneo que el de los pueblos coloniales
que se construyeron después de Venezuela. No hay que olvidar la gran influencia
árabe en la arquitectura española temprana.
-Las construcciones más grandes y elaboradas estaban
ubicadas frente al mar, en donde los vientos alisios tienen mayor efecto
refrescante. Detrás de estas construcciones y lejos de la orilla, parecía haber
estado situadas las viviendas de los esclavos negros e indígenas.
-Al norte y sur de la ciudad había dos grandes hornos
para la elaboración de la cal, cuya materia prima era el sirial (madrépora).
Esta materia prima se conseguía en abundancia en las terrazas submarinas, poco
profundas, del extremo oriental de la isla. La calidad de la cal era muy buena
y sabemos hace pocos años los holandeses de las Antillas de Sotavento
instalaron esta industria en La Tortuga y en otras islas venezolanas. La
carencia de leña y quizás la disminución del sirial impidió a los españoles
utilizar el calicanto, su técnica tradicional de cal y piedra, a la que
agregaban algunos ladrillos.
-En Nueva Cádiz los ladrillos son escasos y algunos
presentaron una perforación semiesférica que sirvió de base al eje de rotación
de las ventanas de las casas. El diámetro de esta perforación oscila entre 5 y
8 centímetros, lo cual demuestra la solidez de cada ventana. Para la base de
las puertas, los españoles usaron piedras; muchas de éstas tienen una
perforación de más de 10 cms. de diámetro.
¿Cómo y cuáles eran las
edificaciones?
En
el sector de la villa ocupado por los europeos, las casas, así como otras
construcciones importantes, tenían paredes con bases de piedra o bahareque. Las
piedras (obtenidas en la parte central de la isla) se unían entre sí con
tierra, y las superficies de las paredes se recubrían con cal obtenida de
corales molidos. La mayoría de los pisos eran de tierra apisonada, mientras que
los techos eran planos y estaban hechos de caña y recubiertos con barro. Además
de las casas particulares, las excavaciones arqueológicas revelaron la
existencia de una iglesia, un convento y una ermita.
Las
casas típicas de Nueva Cádiz tenían una puerta al frente, y cuatro
habitaciones, distribuidas así: la sala y un dormitorio en la parte delantera,
y una bodega y la cocina en la parte posterior, seguidas por un patio cerrado
relativamente pequeño. Se ha sugerido que en estos patios pueden haber vivido
los esclavos y sirvientas de adentro.
Ciertas
casas tenían escaleras que llevaban a un segundo piso, y en algunas paredes se
encontraron nichos que probablemente eran utilizados como alacenas o armarios.
En
el centro de las cocinas se encontraba un fogón de mampostería con forma
rectangular que se elevaba unos 50 cms. sobre el nivel del suelo.
No
todas las casas de Nueva Cádiz fueron construidas de piedra. También
encontramos, entre las casas con bases de piedra, espacios vacíos, en los
cuales hubo casas humildes con techos de paja y paredes de bahareque, cuyos
restos no han resistido la acción destructora del tiempo.
De
momento, es difícil afirmar con certeza, quien habitaba estas casas. Dos de
ellas, según se deduce por detalles como la disposición de sus piezas y cuentas
aritméticas dibujadas sobre el revestimiento de cal de las paredes, debieron
pertenecer a comerciantes.
En
el umbral de una de las habitaciones, Cruxent encontró una vasija con perlas en
muy mal estado. La costumbre española de enterrar las cosas a un paso de la
puerta es bien conocida, y desde luego bien pensada, pues la persona que entra
con la intención de excavar debe pararse precisamente en este punto secreto; de
esa manera buscara inútilmente en el resto de la habitación.
Cerca
de la playa se elevaba el Ayuntamiento, cuyos restos de muros dejan ver la
importancia del edificio. El edificio contaba con una torre, dos celdas con
puertas estrechas para presos. En este recinto se encontró un sello real en
cerámica para lacrar documentos oficiales y que representa en negativo la
efigie de los Reyes Católicos. Algunas habitaciones presentan vestigios de
incendio.
El monasterio y otros edificios
religiosos.
Una
de las construcciones más interesantes de toda la villa fue el convento
franciscano. En la parte delantera se encontraba una gran sala rectangular que
probablemente sirvió como iglesia, y en uno de cuyos extremos se encontraron
varios entierros. Uno de estos entierros estaba cubierto de ladrillos con una
acanaladura a su alrededor, en donde originalmente pudo haber estado colocada
una reja de hierro. Diversas puertas permitieron el acceso desde esta sala a
los demás cuartos, uno de los cuales podía haber sido la base de una torre o
campanario. Los demás cuartos parecen haber sido las habitaciones, mientras que
el más grande quizá albergo la cocina. El monasterio también tenía dos patios,
unos de los cuales era bastante grande. El otro podría haber sido un huerto.
En
el monasterio se encontró la mayor parte de las esculturas de piedra de Nueva
Cádiz. Estas incluyen diversas gárgolas de elaborada talla, una columna y
algunos escudos, uno de los cuales es el de la Orden Franciscana. La piedra que
se utilizó en estas esculturas probablemente vino de la península de Araya o de
otro punto de tierra firme. Las esculturas indican la presencia de un notable
artista, tal vez el maestro Cantero Lorenzo Águila, con la ayuda de Francisco
de Castro.
Otras edificaciones.
Aun
no se ha ubicado el puerto ni la aduana de Nueva Cádiz. El puerto no debe haber
estado frente a la ciudad, ya que los bajos coralinos sólo permiten la
navegación de pequeños barcos y los españoles debieron fondear sus grandes
navíos en lugares abrigados.
Por
no haberse excavado, es muy poco lo que se sabe de las viviendas de los
habitantes más humildes de Nueva Cádiz. Las viviendas de los esclavos negros e
indígenas parecen haber sido construidas con materiales perecederos.
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