11 y 12 de octubre de
1492.
Visión del Padre de las
Casas.
Fray Bartolomé de las Casas. Procurador o protector
universal de
todos los indios de las Indias. Dominio público.
El Diario del
Primer Viaje de Cristóbal Colón narra uno de los momentos más importantes de la
historia de la humanidad. El diario original está perdido, por lo que solo
contamos con una visión del Padre de las Casas. Este fragmento cuenta lo
acontecido los días 11 y 12 de octubre de 1492:
<<Yo>>,
díze él, <<porque nos tuviesen mucha amistad, porque congnosçi que era
gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra Sancta Fe con amor que no
por fuerça, les di a algunos dellos unos bonetes colorados y unas cuentas de
vidrio que se ovieron mucho placer y quedaron tant nuestros que era maravilla.
Los cuales después venían a las barcas de los navíos a donde nos estábamos, nadando, y nos traían
papagayos y hilo de algodón de ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos
las trocavan por otras cosas que nos les dábamos, como cuentezillas de vidrio y
cascabeles. En fin, todo tomavan y daban de aquello que tenían de buena
voluntad, mas me pareció que era gente muy pobre de todo.
Ellos
andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres, aunque no
vide más de una farto moça, y todos los que yo vi eran todos mançebos, que
ninguno vide de edad de más de XXX años, muy bien hechos, de muy fermosos
cuerpos y muy buenas caras, los cabellos gruessos cuasi como sedas de cola de
caballo e cortos. Los cabellos traen por ençima de las cejas, salvo unos pocos
detrás que traen largos, que jamás cortan, dellos se pintan de prieto, y [d]
ellos son de color de los canarios, ni negros ni blancos, y dellos se pintan de
blanco y dellos de colorado y dellos de lo que fallan; y dellos se pintan las
caras, y dellos todo el cuerpo, y dellos solos los ojos, y dellos solo el
nariz. Ellos no traen armas ni las cognosçen, porque les amostré espadas y las
tomavan por el filo y se cortaban por ignorancia. No tienen algún fierro; sus
azagayas son unas varas sin fierro y algunas dellas tienen al cabo un diente de
peçe, y otras de otras cosas.
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