La Expedición Libertadora de Francisco de Miranda
Francisco de
Miranda
Autor: Martin
Tovar y Tovar
Carmen Bohórquez
Caracas, 26 de marzo 2006.
El 2 de Febrero de
1806, Miranda zarpa del puerto de Nueva York a bordo del buque Leander decidido
a ponerle fin al dominio español en América. Le acompañan 200 hombres que ha
logrado contratar con promesas de una buena recompensa posterior. Con el dinero
obtenido por la hipoteca de su biblioteca y préstamos concedidos por amigos
ingleses y norteamericanos ha podido comprar también 200 fusiles usados,
algunas picas y provisiones. Desde que en 1783 comprendió la necesidad de que la
América Meridional se hiciese libre, se impuso como tarea dedicar todos sus esfuerzos
a hacer realidad ese sueño. Desde entonces también tuvo la conciencia de que no
bastaba con que las colonias americanas se hicieran independientes, sino que
para consolidar esa independencia era fundamental que se unieran en una sola
nación, a la que en su proyecto llamó Colombia. Veintitrés años después,
durante los cuales intentó en vano encontrar el apoyo del gobierno inglés y del
gobierno revolucionario francés para organizar una expedición armada que le
permitiera liberar su patria americana, Miranda navega al frente de su pequeño
"Ejército de Colombia", al que hace Jurar "ser fiel y leal al
pueblo libre de Sur América". La nave busca el mar Caribe. Los
representantes de España en los Estados Unidos, puestos sobre aviso, envían una
voz de alerta a los lugares donde temen pueda dirigirse para que estén
preparados para repeler cualquier intento de desembarco.
El Leander llega el
18 de febrero a Haití y ancla frente a las costas de Jacmel, a la espera de que
se le unan otras naves. Durante el tiempo de espera, Miranda aprovecha para
afinar los planes de desembarco, para organizar y entrenar lo mejor que puede a
esta tripulación no muy diestra en artes militares, para darles clases de
español a fin de que puedan interactuar con los habitantes de la tierra que
pretenden liberar, para completar el aprovisionamiento y para terminar de
confeccionar los uniformes que lucirán los diferentes componentes de su
ejército colombiano y sobre todo, para hacer la bandera amarillo, azul y rojo,
que anunciará la conquista de la libertad para toda la América del Sur.
El 12 de marzo,
Miranda hace formar a su tripulación sobre la cubierta del Leander para izar
por primera vez el pabellón tricolor de Colombia, formado "por los tres
colores primarios del arco iris", según testimonio de James Biggs, uno de
los integrantes de esta expedición. Miranda tenía ya diseñada esta bandera
desde por lo menos cinco años atrás, al igual que los uniformes y otros
detalles tanto de la expedición misma, como de la estrategia a utilizar al
desembarcar. En Haití había obtenido también una imprenta en la que va a
publicar su Proclama a los Pueblos habitantes
del Continente Américo-Colombiano, documento en el cual no sólo hace un
imperioso llamado a la independencia, sino también a acabar con las
"odiosas distinciones" de clase y color, es decir, a que en adelante reine
también la igualdad en América: "Somos
todos conciudadanos y los premios pertenecen exclusivamente al mérito y a la
virtud".
A bordo del Leander,
el 28 de marzo, Miranda cumple también 56 años de vida. Ese mismo día, la expedición
sale de Haití. Dos goletas, la Bacchus y la Bee, se han unido a la misma.
Luego de pasar unos
días en Aruba, donde las tropas continuaron entrenándose, la expedición se enrrumba
hacia las costas de Venezuela. Las autoridades españolas, advertidas desde
Nueva York de la posibilidad de que el "traidor" Miranda intente
alguna acción contra los fieles vasallos del rey y sus sacrosantos dominios,
vigilan intensamente las costas. El 27 de abril la expedición llega frente a
las costas de Ocumare, lugar recomendado como el más apropiado para un desembarco,
según informes que Miranda había recibido de América dos años antes. Al llegar la
noche se ordena ejecutar la operación, pero el fuego enemigo frustra la operación.
La situación se agrava al siguiente día, 28 de abril, cuando naves españolas
salen en su persecución. Las naves entran en combate pero la superioridad del
enemigo obliga a Miranda a ordenar la retirada. El Leander logra escapar, pero
las goletas Bacchus y Bee son capturadas, y su tripulación detenida. Mientras Miranda
logra llegar a Trinidad para reorganizar allí su expedición, los hombres
capturados son encerrados en prisión y posteriormente llevados a juicio bajo el
cargo de traición a la patria y al rey. Diez de ellos serán ahorcados el 21 de
julio, en las afueras de las murallas del Castillo de San Felipe (hoy
Libertador) en Puerto Cabello, y el resto condenado a largos años de prisión. Entretanto,
se ofrece una recompensa por la cabeza de Miranda y en la Plaza Mayor de
Caracas, en ceremonia pública, será quemado su retrato, la bandera y las
proclamas, para que todos sepan qué destino le espera a cualquiera que ose
atentar contra el "dulce yugo de la obediencia el rey". Para que la
recompensa fuera atractiva y tuviera efecto, los criollos de Caracas y del
resto de las provincias contribuyeron con jugosas cantidades, al tiempo que
exigían que "el traidor Miranda fuera reducido a cenizas" como única
manera de repararían "atroz agravio".
Después del
frustrado desembarco en Ocumare, Miranda dirige el Leander hacia Barbados,
donde se encuentra el General Cochrane, comandante de las fuerzas inglesas en
el Caribe, a fin de solicitar su apoyo para reorganizar la expedición. El
fracaso no ha hecho sino reafirmar su convicción de que un buen plan y el apoyo
de la armada inglesa, asegurarán el éxito de su proyecto, pues la población
americana, al verse protegida por las fuerzas británicas, vencerá sus temores y
se sumará con entusiasmo a la empresa libertadora. Con el acuerdo de Cochrane, Miranda
continúa hasta Trinidad donde el Gobernador Hislop le permitirá reclutar
hombres y le facilitará otras naves.
Es así como el Precursor
reemprende la ruta hacia las costas venezolanas, acompañado esta vez por 11
naves y 500 hombres. Con decisión se dirige hacia el Golfo de Coro, donde esta
vez espera desembarcar con éxito. Aunque las tropas españoles se han mantenido
en alerta, las fuerzas que guardan el lugar escogido por Miranda no son tan
grandes como las que custodiaban la fortaleza de Puerto Cabello y sus
cercanías.
El 3 de agosto de
1806, luego de un corto intercambio de disparos, los hombres de Miranda logran llegar
a tierra firme y apoderarse del fortín San Pedro, que resguardaba a la
población de La Vela y por ende el camino hacia Coro. Miranda vuelve a pisar
tierra venezolana 35 años después de haber embarcado en La Guaira rumbo a Cádiz
y de más de 20 de estar planificando este día. La bandera de Colombia ondeando
en el fortín capturado mostró, aunque fuera por poco tiempo, que el imperio
español no era invulnerable. Es éste el gran significado de esta expedición. Se
trata de la primera acción libertadora contra el dominio español en América, el
primer desafío concreto a la autoridad del rey y al sistema colonial. Sin
embargo, en ese momento Miranda no encontró en sus compatriotas la adhesión entusiasta
que había imaginado. Los habitantes de La Vela y de Coro, amenazados de excomunión
por la iglesia católica y de pena de muerte por las autoridades españolas,
prefirieron abandonar la ciudad que escuchar la buena nueva. Diez días después Miranda
decide reembarcar, pero con la esperanza firme de volver.
A doscientos años
de esa gesta, Miranda vuelve con sus ideas, con su ejemplo de lucha y con su
llamado por la libertad definitiva y la unión de Nuestra América. Sus compatriotas
de hoy estamos obligados a comprometernos con esa lucha y en esta ocasión, su
voz no habrá de perderse en el vacío.
FUENTE:
-Carmen
Bohórquez (2006). “La Expedición
Libertadora de Francisco de Miranda”. Folleto del Ministerio del Interior y
Justicia. Dirección del Ceremonial y Acervo Histórico de la Nación. Caracas,
Venezuela.
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