Monumento Natural
Las Tetas de María Guevara
¿Por qué se le llama así?
Con
el nombre de Las Tetas de María Guevara, tradicionalmente, se ha venido
conociendo en la Isla de Margarita a dos pequeñas crestas cónicas, que se
elevan, rompiendo en la monotonía del paisaje, en sitio cercano al Parque
Nacional Laguna de La Restinga. Siempre surge la pregunta acerca de quién era
María Guevara, para que se perennizara en la roca basáltica de esos cerros
gemelos y si realmente, María Guevara existió o fue solo creación antojadiza de
la leyenda. Las más variadas interpretaciones se han dado alrededor del
enigmático nombre; pero, hasta la fecha, nada en concreto se ha dilucidado que
contribuya a clarificar la confusión existente acerca del personaje que aún
continúa actualizado y cuyo nombre se pronuncia con perspicacia y hasta con un
dejo de malicia incontenida.
Historiadores,
ensayistas y poetas han tratado unos de descifrar el misterio que rodea a su
figura, sin lograrlo; y otros, guiados por la fantasía, han cantado a una mujer
ideal, hipotética, indefinida, que no a la real María Guevara, y hasta han
llegado a crear leyendas a su alrededor.
María
Guevara efectivamente vivió. Pero no fue española. Ni hija del Capitán Juan de
Guevara. Ni fue amada del indio Makanao. Ni conoció a Lope de Aguirre. Ni
guerreó contra los españoles. La verdadera, la real, la María Guevara de carne
y hueso, nació en Cumaná por el año 1801. Por los años 1825 a 1830, sin que
hayamos podido precisar la fecha exacta, casó con Simón Marval, nativo de
Margarita, dueño de trenes de pesquería. Era hija natural de Inés María
Guevara.
En
los años que María Guevara se instala a vivir en Punta de Piedras, el puerto
principal de la región era Laguna de Raya. Pero con María Guevara decae y surge
Punta de Piedras. Empieza María Guevara por adquirir de los Benales, un cuarto
derecho del sitio del Águila. Va a Juan Griego y trae gente para sus trenes de
pesquería. Les hace construir viviendas y junto a la de ellos, construye la
suya en el Morro. Con María Guevara nace, propiamente, Punta de Piedras. Para
solucionar la escasez de agua, hace cavar un jagüey al que llamaban “El Pozo de
Ahí”, que por largos años fue el abrevadero obligado de la comunidad de
pescadores.
Los
que conocieron a María Guevara afirmaban que no era mujer de senos
desarrollados, de ahí que por desemejanza los compararon con los mencionados
cerritos. Nos cuentan las consejas que cuando los pescadores de los trenes de
María Guevara se acercaban a la costa al regreso de sus tareas o de un viaje
por las cercanías, al ver los dos cerritos cónicos que emergen muy cerca el uno
del otro semejantes a senos de mujer, ironizando por los que carecía María
Guevara, exclamaban, no sin cierta picardía, ahí están las tetas de la Doña o
ya se distinguen las tetas de la Doña, por no decir directamente las tetas de
María Guevara como ya todos decían en el poblado. En la segunda mitad del siglo
XIX adquiere vigencia la denominación. La tradición ha recogido y mantiene este
nombre que acicatea la curiosidad de quien oye nombrarlo y despierta interés
por conocer quien fue esa mujer que dio nombre a esta curiosidad geográfica de
Margarita.
María
Guevara era mujer emprendedora. Le gustaba el comercio y practicaba el ahorro.
Cuando contrajo matrimonio con Simón era poseedora de una fortuna apreciable en
la época y la cual estaba representada en casas y terrenos que tenía en Cumaná
y en dinero efectivo.
María
Guevara murió en Punta de Piedras a la edad de ochenta y cinco años, el día 13
de febrero de 1886. No tuvo descendientes. Otorgó testamento el 7 de noviembre
de 1885. Su herencia la dejó a sus sobrinos, los hijos de su hermana Josefa
Guevara de Salcedo. La muerte de “madrinita”, como la llamaban sus sobrinos,
enlutó a Punta de Piedras. Sus restos reposaron por un tiempo en el cementerio
de esta localidad, de donde fueron exhumados. Una sobrina los conservó en una
pequeña urna y posteriormente resolvió darle sepultura en la Iglesia de la
Parroquia Altagracia de Cumaná. Hasta época reciente existía la lápida señaladora;
pero con las refacciones de ese templo, desapareció.
María
Guevara, pues, existió. Fue una mujer real. De recia complexión. De carácter
fuerte. Es cierto que no dejó descendentes, pero en cambio ahí están como
legado suyo, desafiantes, despertando curiosidad, desnudas y frescas de brisas,
turgentes y por siempre rectas Las Tetas de María Guevara.
Fuente:
-Jesús Manuel
Subero (1974). “Crónicas Margariteñas”.
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