La primera rebelión
indígena
Reacción
de los indígenas, contra frailes y soldados, después de las masacre de Gonzalo de Ocampo en 1521.
Cuadro de Theodore de Bry.
Cuadro de Theodore de Bry.
Estamos en Cubagua
en 1519, en el sitio había sólo una ranchería de enramadas, muy pocas casas de
piedra y palmas y algunos toldos. Trescientos españoles vivían ahí y uno de
ellos, llamado Antonio Flores, era su alcalde. Lo había nombrado así Rodrigo de
Figueroa, juez territorial en La Española, a quién Flores había servido como
criado.
Junto a los
españoles mal vivían numerosos indios, la mayoría cumanagotos, que habían sido atrapados
en las costas que van desde Santa Fe hasta Paria, y que eran obligados a
trabajar en la extracción de ostras para sacarles las perlas. Eran los indígenas
de Cumaná, de Cariaco y Maracapana, del Neveri y de Uñare, donde los españoles
llegaban para esclavizarlos y conducirlos a Cubagua.
El régimen de
explotación era una desmesura, los indígenas estaban obligados a un buceo sin descanso,
y sólo podían comer algo y tomar agua al final de la jornada. El alcalde Flores
ordenaba matar a todo indígena que se revelara. Así mató al cacique de Cariaco que
le reclamó una conducta tan desconsiderada, aperreó a niños y le cortó la mano al
hijo de un cacique de Santa Fe (al que llamaban: Toronima, Toronaima o
Toronoima).
En diciembre de ese
año estalla la rebelión indígena que continuó durante el año siguiente por toda
Maracapana, Cumaná y Santa Fe. Los indígenas atacan misiones, convenios, casas
fuertes y naves, más de un centenar de españoles fueron muertos en los ataques,
entre ellos tres capitanes de armadas, y luego asaltan Cubagua a la que ya le
habían cortado el suministro de agua.
El alcalde Flores y
los españoles que lo acompañaban, frente a las noticias del alzamiento indígena
y la imposibilidad de obtener refuerzos, deciden abandonar la isla y huyen en
las embarcaciones con las que acarreaban agua hacia La Española. En Cubagua
quedan pipas de vino y provisiones de comida que son tomadas por los alzados,
las chozas son incendiadas. Se requerirá de otra armada española para retomar
la isla y fundar a la que llamaron Nueva Cádiz.
Porque
por el cuartel fue Nieto,
Toronima
con cobra de cincuenta
ponia
sus contrarios en aprieto.
y
andaba la batalla muy sangrienta.
abolla
la celada, rompe el peto,
animo,
llama, hiere, desatienta,
rompe
pechos, cabezas, las espaldas,
derriba
grandes copias de guirnaldas.
Más
antes que llegase la pujanza
de
indios que por el eran llamados,
Nieto
rompió por medio de la matanza,
de
los suyos andaban mal parados.
Metiéndoles
los fijos de la lanza
por
entrambos ijares o costados;
cayó
con un grandísimo gemido,
de
las armas y vida despedido.
Con
estas esperanzas los dejaron
sin
ellos sospechar el mal futuro,
y
parte de los indios se quedaron
cuasi
por apariencia de seguro;
Otros
con Toronoima se juntaron,
cacique
principal, cruel y duro,
Para
ser dél en la traición intrusos
y
en parecer solo resolutos.
Aquí
llegaron furias infernales
para
la ejecución del caso feo,
Estimulando
mas estos bestiales
a
tan cruel y pérfido trofeo;
Y
ansí las insolencias fueron tales
que
vencieron aun a su deseo;
y
algunos que miraban a mas lejos
estaban
ya confusos y perplejos.
Juan
de Castellanos, “Elegías de varones ilustres de las indias”.
Bibliografía
-IPC (Instituto del Patrimonio
Cultural de Venezuela), s/f.
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