Nueva Ciudad de Cádiz, Cubagua

Primera de Suramérica con título. 12 de septiembre de 1528.

miércoles, 23 de julio de 2014

LA VIDA COTIDIANA EN LA CUBAGUA DEL SIGLO XVI - Grecia Salazar Bravo

LA VIDA COTIDIANA EN LA CUBAGUA  DEL SIGLO XVI
Grecia Salazar Bravo

Licenciada en Historia de las Artes Plásticas y Museología Egresada en 1989 de la Universidad José María Vargas, Caracas.
Licenciada en Historia (Mención Venezuela)  Egresada en 2006 de la Universidad  Central de Venezuela / Tesis de Grado Mención Publicación.
Funcionaria del Ministerio de Educación adscrita al Gabinete Ministerial de Cultura del Estado Nueva Esparta.

RESUMEN

En el marco de los estudios regionales de Venezuela, el objetivo de esta investigación es recrear como era la vida cotidiana de los hombres que practicaron la explotación de perlas en la isla de Cubagua en el siglo XVI.  Este período marcó el esplendor de la producción perlífera en Cubagua, donde se alcanzaron elevados ingresos, se explotaron cantidad de ostrales y muchos españoles emigraron hacia las costas venezolanas con la idea de hacerse rico con facilidad gracias al negocio de las perlas. Esta actividad comercial de la isla de Cubagua, trajo como consecuencia una inusitada riqueza sorpresiva que acrecentó la ambición de poder económico de los conquistadores españoles y sumió a los esclavos en una forma de vida  específica de dicho trabajo, que afectó la forma de asumir la cotidianidad.  El comercio de la perla ha sido estudiado casi siempre desde el punto de vista económico, pero se ha desatendido lo referente a la vida cotidiana de los esclavos aborígenes y africanos dedicados a este trabajo, lo que se abordará de manera primaria en esta investigación. 

Palabras claves:
Comercio de perlas – modos de buscar perlas – vida cotidiana – historia local neoespartana – rancherías – esclavitud.


Cubagua y las perlas.

Mapa de la isla de Cubagua, posiblemente del siglo XVII,  se encuentra en la Biblioteca Nacional de Francia.
La isla de Cubagua está localizada en el Mar Caribe;  en la parte Nororiental de Tierra Firme, al norte de las costas de la Península de Araya;  allí el mar presenta condiciones ambientales especiales, con escasez de aguas de lluvia y ríos que desemboquen en el mar, y en el lecho marino, lo que hace que exista gran cantidad de limo, herbajes y arena, que contribuyen al desarrollo de la ostra perla, (molusco bivalvo al que se le da el nombre científico de Pinctada margaritifera);  que nacía en aguas profundas en los mares que rodean a dicha isla.  

Gracias a la documentación aportada por los cronistas de indias, sabemos que los aborígenes que habitaban las costas venezolanas usaban las perlas como adorno en pulseras y collares; de hecho cuando en 1498, Cristóbal Colón llegó a las costas de la hoy Venezuela, y ante el esplendor de las perlas usadas por los nativos expresó: …vinieron a la nave en numerosas canoas, y muchos traían piezas de oro al cuello, y algunos, perlas atadas a sus brazos. Me alegró mucho verlas y procuré con empeño saber dónde las hallaban; me dijeron que allí y en la parte Norte de aquella tierra...  Procuré conseguir algunas perlas y envié las barcas a tierra.  (Colón, C., 1991: 176). 

Desde ese momento la historia de la árida Cubagua ya no sería la misma y su existencia daría un vuelco de 360 grados impulsada como en una montaña rusa a las alturas más elevadas, para luego caer en el más profundo olvido, por más de trescientos años.

Una de las primeras descripciones de la isla, nos la legó el poeta Juan de Castellanos, quien vivió en ella, durante algún tiempo: …aunque es estéril y pequeña, Sin recurso de río ni de fuente, Sin árbol y sin rama para leña sino cardos y espinas solamente; Sus faltas enmendó naturaleza con una prosperísima riqueza. Pues sembró por placeles principales,…riquísimos ostiales, dedo se sacan perlas escelentes,  Con que ha engrandecido sus caudales Crecidísimo número de gentes... La gente castellana que venía…Formaron en la isla ranchería, Pusieron toldos y asentaron tiendas; Y cebados en esta granjería Hacen bohíos para sus viviendas... (Castellanos, J., 1962: 105–107).

Y así los españoles se dedicaron a organizar el rescate de las perlas, usando para ello en primer lugar a los nativos americanos y más adelante a los esclavos negros traídos de las costas africanas.

Según cifras establecidas por Enrique Otte, el historiador que más concienzudamente ha investigado el tema de las perlas en Cubagua, en toda su historia el quinto de Cubagua tuvo una producción de 11.877,20 kilos, promediando alrededor de 410 kilos anuales;  lo que nos da una idea de la gran cantidad de perlas que se extrajeron legalmente, sin embargo no podemos establecer cuantas se sacaron de manera ilegal;  pero lo que si sabemos es que la gran cantidad de perlas extraídas, fue lo que produjo el agotamiento definitivo de los ostrales en las aguas del hoy estado Nueva Esparta; porque el único interés de los españoles era enriquecerse a base del comercio de las perlas y nunca pensaron que este era un recurso natural que al no cuidarse se agotaba, como de hecho sucedió en pocos años.

Los Buzos, su vida cotidiana

En 1508 se trasladaron a Cubagua, como esclavos, a los habitantes de las Bahamas, los indios lucayos,  para usarlos en el buceo buscando perlas, pues eran muy buenos nadadores;  pero con la vida que llevaban muchos fallecieron prontamente;  tal y como nos lo refiere Fray Bartolomé de Las Casas:  Acordaron los españoles de enviar a sacar perlas los indios lucayos, por ser grandes nadadores todos ellos en universal, …, por cuya causa se vendían cuasi publicamente, con ciertas cautelas, no a 4 pesos, como al principio se habia ordenado, sino a 100 y  150 pesos de oro y más cada uno...  Cresció tanto el provecho que sacando con ellos perlas los nuestros hallaban,…con gran riesgo y perdicción de las vidas de los lucayos,…, que por maravilla se halló en breves días que en esta isla quedase algún lucayo.  (Las Casas,  B.,  1951: 353).

Obviamente con esa vida era muy difícil durar mucho tiempo, porque al margen de la presión de los españoles, estaban los peligros que acarrea de por si el trabajo de buzo; cuya primera descripción también se la debemos a Las Casas, quien con gran acuciosidad nos cuenta:  “Llevánlos en las canoas, que son sus barquillos, y van con ellos un verdugo español que los manda; llegados en la mar alta, tres y cuatro estados de hondo, mandan que se echen al agua;  zambúllense y van hasta el suelo y allí cogen las ostias que tienen las perlas, y hinchen dellas unas redecillas que llevan al pescuezo o asidas a un cordel que llevan ceñido, y con ellas o sin ellas suben arriba a resollar, porque no siempre donde se zambullen las hallan,… e a las veces les dan de varazos que se zambullan, y siempre todo este tiempo nadando y sosteniéndose sobre sus brazos;  … desde que sale hasta que se pone el sol, y así todo el año si llegan allá:…  la comida es algún pescado y el pescado que tienen las mismas ostias donde están las perlas y el pan caçabi y el hecho de maíz,… Las camas que les dan a la noche son el suelo con unas hojas de árboles o hierba, los pies en el cepo, porque no se les vayan.  Algunas veces se zambullen y no tornan jamás a salir;  o porque se ahogan cansados y sin fuerzas y por no poder resollar, o porque algunas bestias marinas los matan o tragan."   (Las Casas,  B., 1951: 403).  Durante los primeros cien años de extracción de perlas éste fue el sistema que imperó, y le trajo la muerte a gran cantidad de hombres, que eran obligados a realizar dicho trabajo.

De la reseña aportada por diversos cronistas se sabe que los indígenas y negros usados en la búsqueda de perlas, bajaban a las profundidades por medio del buceo a pulmón libre, aunque no se sabe con certeza la profundidad a la que se llegaba, pero posiblemente estaba entre 4 y 9 brazas[1];  de los  testimonios de los cronistas se deduce que lo normal era que se llegara a profundidades de ocho brazas, pero que, con claridad en las aguas, podían llegar hasta  nueve. 

Por dichas descripciones, sabemos que los buceadores tapaban su nariz con pinzas y se sumergían agarrados a sogas, una fina que soportaba el peso del buzo y una gruesa, que se usaba para subirlos a la superficie;  esta era llamada el cabo de vida.

Al principio los buceadores eran solamente indios caribeños esclavizados;  pero más adelante se les unieron los esclavos negros;  una Real Cédula de 1526 autoriza a Juan de Urrutia para que traslade 30 esclavos negros a Cubagua;  al año siguiente se da otro permiso de trasladar a la isla 12 esclavos negros.  Los buzos podían ser vendidos como esclavos, de hecho se conoce que en 1600 hubo una negociación de una granjería de perlas, en la cual se vendieron también 13 negros, y en la venta de una empresa dedicada a la explotación de perlas, la transacción incluyó a 13 indios.   

Los indígenas de la isla de Margarita aunque eran considerados libres, también se usaron como buzos;  ya que, eran quienes mejor conocían los sitios donde se encontraban los ostrales;  hubo guaiqueríes que trabajaban en Cubagua,  y  se llevaban las mejores perlas a Margarita, lo que obligaba a los españoles a “perseguirlos” para negociar con ellos;  de hecho les daban vino, lo que era su perdición y siempre terminaban regalando las perlas.   

Inicialmente se pescaba en una pequeña canoa, con una marinería comprendida entre 6 y 8 personas;  luego en 1524 se trajeron canoas más grandes con capacidad para unos 15 individuos;  a mediados del siglo XVI eran utilizadas canoas grandes con capacidad para 24 personas, y a principios del siglo XVII se mencionan grandes fragatas de velas latinas.  Luego de recogidas las conchas eran colocadas en la arena, y allí se abrían a consecuencia del calor del sol, posteriormente se sacaba la ostra de su concha con cuchillos;  la carne era usada para la comida de los buzos, o se cocinaba, e incluso en algunos casos se dejaba podrir al sol;  de esta forma se recuperaban perlas escondidas entre los restos de carne.

Una jornada diaria consistía en: al amanecer los exploradores salían al mar en pequeñas embarcaciones y fondeaban encima de los ostiales, el que llegaba primero a un banco perlífero era dueño de éste;  por las noches las embarcaciones se protegían en ensenadas, al abrigo de los vientos. 

Con respecto a la vida de los primeros buzos, usados en la búsqueda de perlas, poseemos información gracias a las Ordenanzas que se hicieron para regular (de alguna manera),  la existencia que llevaban las personas involucradas en la extracción de las perlas, así tenemos, que si alguien se robaba una perla corría el peligro de ser azotado y si volvía a hacerlo le cortaban las orejas y lo echaban al abandono;  de los buzos que fallecían sólo se sabe que agravaron la suerte de los vivos, debido a que eran lanzados al mar, lo que atraía a los tiburones;  por lo que en 1537 se prohibió  dicha costumbre;  junto a esto se estableció que: …se manda que después de anochecido no salga de casa de sus amos… ningún negro ni indio esclavo,… so pena… los lleven a la carcel…. (Otte, E., 1984: 126).

También se dispuso que los que fallecían Iten … sea enterrado fuera del pueblo y que la sepultura sea honda e quede cubierta con tunas o con cardones por manera que ningún perro ni otro animal lo pueda desenterrar… (Otte, E., 1984: 129).

En la Recopilación de las leyes de los Reinos de Indias. Capitulo IV – Título XXV, hay 48 leyes, que tratan de la pesquería y envío de perlas; la Ley XXXI reza: Ordenamos que la pesquería de perlas se haga con Negros y que no se permita hacer con Indios. Y mandamos que si alguno fuere forzado, y contra su voluntad, incurra el que le hubiere forzado, y violentado, en pena de muerte.  (Recopilación, 1841: 159).

La Ley XXXIII nos da una idea de cómo se protegía la salud de los buzos: “Porque resultan malos vapores, y enfermedades de las ostras, que abiertas quedan en tierra corrompidas con el cálor: Mandamos que ninguno pesque mas de las que pudiere desbullar, y después las eche en parte, que no puedan causar perjuicio á la salud, ni ocasionar peligro á los Buzos, y Nadadores.”   (Recopilación, 1841: 159).

En el proceso de desbulle (extracción de la perla de la concha),  regía que quienes realizaran este trabajo debían hacerlo completamente desnudos para evitar los robos; sin embargo, los esclavos se las ingeniaban para adueñarse de las mejores perlas y esconderlas, para luego cambiarlas por camisas, sombreros, zapatos y vino, en una fiesta que el dueño de la pesquería hacía en su casa cada cierto tiempo.

Esta era la vida en las pesquerías, una vida dura para los esclavos, ya que, en más de una oportunidad el mar, cobró con sus vidas, las perlas que les entregaba por la fuerza.

La ciudad de Nueva Cádiz, su organización.

De Cubagua se extrajeron grandes cantidades de perlas y gracias a estas riquezas, se le otorga el 12 de septiembre de 1528 a Nueva Cádiz de Cubagua, el título de ciudad; que había sido solicitado por sus habitantes en carta al emperador. 



      La ciudad fue descrita por Juan de Castellanos en sus Elegías de la siguiente manera: Vereis llenos caminos y calzadas, De tráfagos, contratos y bullicio, Las plazas y las calles ocupadas De hombres que hacían sus oficios; Vereis levantar casas torreadas,  con altos y soberbios edificios, Este de tapia, aquel de cal y canto. Sin que futuros tiempos den espanto. (Castellanos, J., 1962: 107)  Dándonos esta última frase la seguridad que tenían los conquistadores españoles en el asentamiento que estaban haciendo en la isla y que ellos llamaron Nueva Ciudad de Cádiz y en la que construyeron: …casas suntuosasLa de Portillo fue con tal esmero Que podía servir de fortaleza… (Castellanos, J., 1962: 107). 

Pero la vida en la semidesértica Cubagua no era fácil, ya que la escases de agua y alimento debía solucionarse trayendo los enseres desde Cumaná y Margarita, y quienes se encargaban de traerlos se enriquecieron fácilmente: Leña y agua de Cumaná venia De ríos que le dan en abundancia, Y en barcos y navíos se traía Con pipas siete leguas de distancia: Trataban muchos esta mercancía, Teniéndola por próspera ganancia…. (Castellanos, J., 1962: 108).

Para ordenar la naciente y bulliciosa vida de Cubagua, los reyes dictaron gran cantidad de Reales Cedulas y Ordenanzas, así como leyes especiales, de todas ellas estudiaremos los artículos que nos parecen más relevantes en cuanto a la descripción de la vida cotidiana en la ciudad de Nueva Cádiz de Cubagua.

A la hora de organizar el gobierno los reyes decidieron darle a los cubaguenses un voto de confianza y les pidieron que: …por el tiempo que vuestra merced o voluntad fuere elejáis entre vosotros un alcalde hordinario en cada un año de los vecinos e moradores desa dicha isla…e conosca de los pleitos e causas, ansí civiles como criminales, que entre vosotros se movieren… (Otte, E., 1984, tomo I: 128);  sin embargo las primeras ordenanzas giran en torno al interés de los reyes por preservar el quinto real de la producción de las perlas, que era en definitiva lo que más deseaban.

Pero en cuanto al día a día de los cubaguenses se impusieron reglas referidas a la alimentación como: …por cuanto la miel e azeite e vinagre que viene de Castilla tapado en sus vasijas viene falto e mal acondicionado, se manda que ninguna persona venda la dicha miel, azeite ni vinagre sin medir, so pena de tres pesos de oro por cada vez que lo contrario hiciere… (Otte, E., 1984, tomo II: 123).

  Y otra que expresaba: …que ninguna panadera no otra persona sea osada de vender pan cocido no vizcocho si que primero le sea puesto por los dichos diputados, ni abrir pipa de harina para amasar el pan ni vizcocho sin que primero los dichos diputados…la vean si es harina para amasar o no…quel pan que vendieren sea bien cozido y sazonado e que cada un pan grande tenga diez e seis onzas y el pan chico tenga ocho…” (Otte, E., 1984, tomo I: 123-124).

 Y también se preocupaban por la moral y las buenas costumbres: …que cualquier persona que los domingos e fiestas fuere tomado por las calles en tanto que se celebran los oficios divinos a missa mayor sean llevados a la cárcel pública y estén en ella tres días… (Otte, E., 1984, tomo II: 127);  y para mantener la salubridad se dispuso: …que ninguno eche ni mande ni consienta echar de sus casas basura ni estiércol no otra suciedad ni cosa muerta en las calles ni en la playa salvo de los palos que están indicados dentro de la parte de la mar… (Otte, E., 1984, tomo II: 129). 

En las disposiciones reales para Cubagua también se preocuparon por los bienes dejados por algunas personas que fallecían en la isla y que no llegaban completos a España, por lo que se dispuso que toda persona que llegara a la isla fuera censada.  

Y le metieron el ojo a la corrupción, que desde el principio estuvo presente en la isla: …nos somos informados que algunas personas que avemos proveído de nuestros regidores del pueblo de cristianos…de Cubagua…son mercaderes y biben de ello e tienen sus tratos e mercaderías en la dicha isla…porque…los dichos mercaderes son regidores, anteponen sus tratos y mercaderías a las de otros, y aviendo de trabajar que las dichas mercaderías valgan barato por el contrario trabajan que valgan a subidos y ecesivos precios, y como son regidores no ay quien les vaya a la mano y redunda en daño de la república…(Otte, E., 1984, tomo I: 84). 

También se dispuso que no se llevaran a la isla vestidos de paño y lienzo, ya que, las pocas mujeres solas que vivían en la isla, no tenían como costeárselos y no había funcionarios de grandes rangos que los usaran; por otro lado la reina se inmiscuyó directamente en algunos asuntos de la isla, por ejemplo se oponía a que los españoles casados abandonaran a sus mujeres por las aborígenes americanas: …algunos casados tienen indias libres en sus casas e las toman por sus mancebas, e que a esta causa no hacen vida maridable con sus mujeres, antes algunos dellos las dexan desnudas e pobres e se van con las dichas sus mancebas,… (Otte, E., 1984, tomo I: 14);   por lo que dispuso que esta situación fuera penada por la ley;  sin embargo la reina defendía a los hijos habidos con dichas mancebas: …dexéis e consistáis a los vecinos desas dichas islas que tovieren hijos en indias recogerlos e tenerlos comsigo como hijos, porque mejor los puedan enseñar e industriar en las cosas de la fee, sin les poner en ello inpedimento alguno, lo cual vos mandamos que cumplaís… (Otte, E., 1984, tomo I: 28). 

Como hemos podido apreciar la corona española hizo todo lo posible para que la ciudad de Nueva Cádiz funcionara ordenadamente, y prosperara económica y socialmente; pero los ostiales se fueron agotando por la desmedida explotación que sufrieron, debido a la avidez de los conquistadores por obtener las perlas y enriquecerse rápidamente y la ciudad inició una vertiginosa caída. 



       Al empezar a sentirse la crisis perlífera, el juez de residencia de Cubagua Francisco Prado, le escribió al rey de España en 1533, haciéndole saber lo irracional de dicha explotación Para sacar un marco de perlas, destruyen y echan a perder más de veynte (Otte, E., 1977: 35);  y se implantaron vedas pero sin mucho éxito;  y en 1536 el mar dio muestras de estar escaso de perlas;  por ello en 1537 el cabildo de Nueva Cádiz le escribe una carta al emperador en la que se lee: ha más de un año y medio que no se sacan perlas (Otte, E., 1977: 35); por todo esto muchos mercaderes comenzaron a emigrar, en busca de nuevas fuentes de riqueza.   

Sobre este declive perlífero Juan de Castellanos nos dice: …á la pobreza / Que primero Cubagua padecía /Por desaparecer todos los ostiales / E ya no hallar rastros ni señales.  (Castellanos, J., 1962: 116).

La vida de Cubagua fue corta y ampliamente destructiva;  tanto que fue muy golpeada, según determinó el profesor Pablo Vila, por el coletazo de un huracán, tal y como lo describe Castellanos: … siguióse después desto tal tormenta / que hizo despertar los soñolientos, / de todos vientos rigurosa guerra, / y el mar mucho más alto que la tierra. / El agua de los cielos era tanta, / y con tan grandes ímpetus venía,…  (Castellanos, J., 1962: 117).

Así terminó el amor de los cubaguenses por su isla y no dudaron en abandonarla en búsqueda de otros placeres de perlas; según algunos datos aportados por los propios habitantes de Nueva Cádiz, en 1540 no quedaban sino alrededor de 50 vecinos;  la mayoría continuaron la aventura perlífera en el Cabo de la Vela, donde fundarían la ciudad de Nuestra Señora Santa María de los Remedios del Río de La Hacha,  y otro grupo se fue a la isla de  Margarita;  desde donde le escriben al emperador en 1544, una carta en la que le explican: Aquí nos venimos todos, y con beneplácito del gobernador y consentimiento nuestro siguen los oficiales, Justicia y Regiamento del mismo  (Vila, P., 1969: 203) de esta manera Margarita pasará a ser el gran centro de la explotación perlífera, lo que afianzará su poblamiento y sumirá a Cubagua en un profundo olvido.

                                          CONCLUSIONES

En Cubagua, hubo al llegar los españoles a sus costas una explotación de seres humanos y biodiversidad nativa, debido al descubrimiento de las perlas. Los establecimientos iniciales de los conquistadores tuvieron repercusiones ambientales negativas, para los aborígenes y para la naturaleza que los circundaba,  y produjo la desaparición de recursos ambientales forjados por la naturaleza durante miles de años, como por ejemplo las ostras-perlas.  

El poblamiento de la semidesértica isla de Cubagua, no fructificó debido a la desaparición de las perlas, producto de la avidez por el dinero y el poder, característicos de los primeros conquistadores españoles;  quienes al mudarse a Margarita y al presentar esta isla mejores condiciones ambientales, gestarán un poblamiento que hundirá profundamente sus raíces en esta “tierra de gracia” y no se abandonará jamás;  porque se habrán sembrado las bases para ciudades que perdurarán a través de los siglos y que se han expandido de manera fructífera, como es el caso de las poblaciones iníciales de la isla de Margarita.   

Por otra parte, los primeros buzos buscadores de perlas en las costas de dichas islas, sufrieron las inclemencias de sus amos, que sólo tenían en mente enriquecerse fácilmente y “robarle” al mar sus tesoros;  pero su vida fue de alguna manera “suavizada” por las “Ordenanzas” dictadas por los monarcas españoles quienes, más tarde o más temprano, entendieron que sin los buzos no habría perlas, ya que, los españoles no eran muy diestros en este trabajo y además no estaban dispuestos a morir por él.  
 
El estudio de la geografía histórica de estas islas productoras de perlas, nos ha enseñado las penurias a las que estuvieron sometidos tanto los aborígenes y esclavos negros, como los primeros conquistadores españoles, en la búsqueda de una pequeña joya que según la leyenda sólo trae lágrimas a quien las posee.    

BIBLIOGRAFÍA

Fuentes  Primarias Impresas

-CASTELLANOS, Juan de, Elegías de Varones Ilustres de Indias, Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1962.

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-LAS CASAS, Fray Bartolomé, Historia de las Indias, México: Edición de Agustín Millares Carlo y estudio preliminar de Lewis Hanke, Fondo de Cultura Económica, 1951.

-Recopilación de las Leyes de los Reinos de Indias, mandadas a imprimir y publicar por la magestad católica del Rey Don Carlos II Nuestro Señor, tomo II, quinta edición, con aprobación de la Regencia Provisional del reino, corregida y aprobada por la Sala de Indias del Tribunal Supremo de Justicia, Madrid, Boex editor, 1841. 

Fuentes Secundarias Impresas

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-Descubrimiento y Conquista de Venezuela (Textos Históricos Contemporáneos y Documentos Fundacionales), Caracas: Academia Nacional de la Historia, Colección Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, 1962.
DOMÍNGUEZ, Francisco, Estudios sobre las Instituciones locales Hispanoamericanas, Caracas: Academia Nacional de la Historia, Colección Estudios, Monografías y Ensayos, Nº 10,  1981. 

-OJER, Pablo, La Formación del Oriente Venezolano, Caracas: Universidad Católica Andrés Bello, Facultad de Humanidades y Educación, Instituto de Investigaciones Históricas, 1966.

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-Venezuela en los Cronistas Generales de Indias, Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Colección Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, 1962.

-VILA, Pablo, Visiones Geohistóricas de Venezuela, Caracas: Ministerio de Educación, 1969.

Artículos

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-LUENGO MUÑOZ, Manuel, “Inventos para acrecentar la obtención de perlas en América durante el Siglo XVI”, Revista de Historia, Año I, N° 5, (1960), pp. 41-58.

-VILA, Pablo. “Las Actividades Perlíferas y sus vicisitudes en Venezuela”, en Revista de Historia, Año III, Nº 17, (1963), pp. 13-37.







[1] Braza: f. (de brazo, por ser la medida de los brazos extendidos). Medida de longitud que equivale a dos varas ó 1.6718m: la braza se usa aún en las medidas marinas.

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