LAS
PERLAS EN LA HISTORIA NEOESPARTANA
Grecia Salazar Bravo
En nuestro país, la perla se
ha explotado desde la época precolombina por los aborígenes guaiqueríes que
habitaban nuestras costas alrededor de las tres islas que hoy conforman el
estado Nueva Esparta, Margarita, Coche y Cubagua; pero su explotación
sistemática con fines mercantiles sólo comenzó con la llegada de los
conquistadores europeos, quienes conocían su valor comercial, ya que esta era
muy apreciada en los mercados de Europa y Asia.
En el siglo XVI de Cubagua
se extrajeron miles de perlas que produjeron grandes riquezas, por lo que el
emperador Carlos V, le otorgó el título de Nueva Ciudad de Cádiz en 1528,
convirtiéndose en una urbe de gran esplendor.
Debido a la irracional explotación
llevada a cabo por la corona española, mediante la utilización de esclavos
indígenas y negros para su extracción, las ostras dejaron de reproducirse en
los mares venezolanos y hubo un receso de doscientos años en su explotación. Durante
la guerra de independencia, entre 1810 y 1817, no se trabajó en la búsqueda y
extracción de perlas. Esta actividad se reanudó en la década del veinte y a la
primera persona que se le otorga un permiso para la extracción de perlas, es a
Carlos Stuart Cochrane, representante de una compañía inglesa llamada Rundell,
Bridge Rundell, que lo solicita al Congreso de la República de Colombia en
1823; éste incluyó un método, que si bien ya era viejo, había sido muy poco
usado en Margarita: la rastra, técnica muy dañina y que sólo contribuyó a dañar
el delicado equilibrio ecológico del lecho submarino.
El siglo XIX, trajo consigo
nuevas tecnologías que se importaron a Venezuela para reorganizar la industria
de la búsqueda y extracción de perlas para su comercialización principalmente
con países europeos, en donde eran usadas en la elaboración de joyas; pero
también en la preparación de remedios, lo que se amplió considerablemente en el
siglo XX.
En Margarita se desarrolló
todo un mundo alrededor de la extracción de perlas, había hombres, mujeres y
niños, dedicados a la industria perlífera cada uno con sus asignaciones
específicas que les permitían trabajar en equipo para facilitar la búsqueda de
éstas, obteniendo así mayor rentabilidad, pues obtener una perla era un trabajo
arduo, había que sacar del mar inmensas cantidades de ostras, luego abrirlas
para revisar dentro de ellas una por una hasta encontrar poco a poco las
escurridizas perlas.
En 1891 se autorizó en
Venezuela la introducción de la escafandra*, revolucionando dicho aparato la
búsqueda y extracción de perlas en loa paisajes neoespartanos, bajo la guía de
la compañía The Pearl Fisheries Limited, representada en el país por Nemesio
Coats.
Nicolás
Ferdinandov
Caracas, 1919, Guache sobre cartulina, 35 X 24,5 cm.
Fotografía cortesía de
la Galería de Arte Nacional.
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Al
ingresar a nuestro país las escafandras, el tradicional buzo de cabeza, que existía
desde tiempos ancestrales, y que se sumergía en las aguas neoespartanas sin
ninguna protección especial, salvo la fuerza de sus pulmones, se convirtió en
cosa del pasado, para darle paso a un personaje casi mítico, con un traje
extraño, que abundó durante un lapso de alrededor de cincuenta años en las
costas del estado Nueva Esparta, con su pesada indumentaria y sus sueños de
riquezas gracias a una perla. El trabajo de estos hombres revistió siempre de
mucho peligro y en más de una ocasión su vida se perdió en la aventura de las
perlas, o sufrieron enfermedades como ceguera, sordera o respiratorias que les
impidieron seguir buceando.
Con la comercialización de
las perlas, hubo en Nueva Esparta un desarrollo industrial que permitió a
algunos de los empresarios de la pesca, hacer fortunas que los ayudaron a
fundar casas comerciales que aún hoy se mantienen, o en algunos otros casos hubo empresarios
extranjeros que luego de finalizado el boom perlífero en las costas
venezolanas, partieron a sus lugares de origen con una buena fortuna forjada
gracias a las perlas neoespartanas.
La perla protagonizó un
período importante en la vida de los neoespartanos, y con las ganancias
obtenidas, muchos empresarios de la pesca de perla, contribuyeron al
embellecimiento y la prosperidad del estado Nueva Esparta, sobre todo de
Porlamar, ciudad marinera por excelencia, y capital del comercio perlífero;
pero, además, muchos empresarios perlíferos hasta formaron parte del gobierno
estadal cuando participaron como diputados y concejales en los diferentes
Concejos Municipales del estado.
Los países que más compraban
perlas y conchas de nácar eran en orden de mayor adquisición: Francia,
Alemania, Gran Bretaña, Holanda y sus colonias, y los Estados Unidos de
América; los que más importaron conchas de nácar fueron Austria, Italia y
España, no obstante también adquirieron perlas; igualmente importaron perlas
venezolanas, India, México, Panamá y Brasil, aunque en menor escala, y también
se exportaban a Argelia y a Persia, donde se usaban en farmacias para la
preparación de remedios, como por ejemplo polvo de perlas con jugo de limón
como fortificante.
El ámbito legal que rodeaba
la búsqueda y extracción de perlas siempre estuvo un paso atrás en cuanto a la
defensa y conservación de los ostrales y a la protección de los buzos y
trabajadores de dicha industria. Debido a ello, y a la casi inexistente defensa
de los ostrales, por parte de los empresarios de la perla, de los buzos y de
los funcionarios del gobierno encargados de preservar los ostrales, estos
desaparecieron de nuestras costas y la industria perlífera se hundió por
completo en las cristalinas aguas del Mar Caribe.
*Escafandra:
(Del gr. σκάφη
esquife, y ἀνήρ, ἀνδρός, hombre, varón) f. Aparato compuesto
de una vestidura impermeable y un casco perfectamente cerrado, con un cristal
frente a la cara, y orificios y tubos para renovar el aire, que sirve para
permanecer y trabajar debajo del agua.
AUTOR (A):
-Salazar Bravo, Grecia (2014). “Las Perlas en la Historia Neoespartana”. Publicado
en la revista regional MARABIERTO. Enero-Junio 2014, Nro. 1, Año 1. p. 25. Instituto
Autónomo de Cultura del Estado Nueva Esparta (IACENE). La Asunción, estado
Nueva Esparta, Venezuela.
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