Nueva Ciudad de Cádiz, Cubagua

Primera de Suramérica con título. 12 de septiembre de 1528.

MUSEO NUEVA CÁDIZ

El edificio que hoy sirve de sede al Museo Nueva Cádiz fue construido entre los años 1609 y 1612, por el gobernador de Margarita para entonces, Don Bernardo de Vargas Machuca, y tenía dos finalidades: la planta baja se dedicó a la cárcel púbica y la planta alta se dedicó al cabildo o al ayuntamiento.

JARDÍN DEL MUSEO NUEVA CÁDIZ

En él se hallan una amplia variedad de árboles ornamentales y frutales. Entre ellos el denominado “Pandano” una planta tropical con el tronco ramificado y curvado que puede alcanzar varios metros de altura.

LAS PERLAS DE CUBAGUA

La isla de Cubagua que conforma junto con las de Margarita y Coche el estado Nueva Esparta de Venezuela, fue el primer asentamiento español en suelo venezolano y su existencia inicial se debió fundamentalmente a la extracción de las perlas que abundaban en sus aguas y que desaparecieron debido a su explotación irracional.

RUINAS DE LA CIUDAD DE NUEVA CÁDIZ

Nueva Cádiz fue la primera ciudad española de Sur América, organizada en 1526 como Villa de Santiago y luego en 1528 obtuvo formalmente el título de ciudad de Nueva Cádiz. Allí se ejerció una explotación perlífera inmisericorde que les permitió a los conquistadores construir una ciudad relativamente grande, con dos iglesias, otros edificios públicos y de habitación.

ESCULTURAS DE JESÚS CRISTO

Esculturas que reflejan la vida y obra de Jesús Cristo de autoría anónima. “Humildad y Paciencia” y “Jesús atado a la Columna”. Fueron usadas en la Semana Santa de la ciudad de La Asunción.

domingo, 31 de mayo de 2015

Batalla de Matasiete - Francisco Javier Yanes.

Batalla de Matasiete


Monumento Cerro Matasiete, IPC (2004-2006).



Francisco Javier Yanes


El jefe enemigo creyendo atemorizadas nuestras tropas por su reunión en la capital, osó presentarse el 31 a las siete de la mañana en el cerro de Matasiete con 2.000 españoles y 600 criollos; llamando igualmente la atención con sus buques por los puertos de Manzanillo, Constanza y Juan Griego, y manteniendo un fuego continuo de artillería. El general Gómez observó aquella operación, excitó las tropas al cómbate, y sin que el enemigo observase nuestros movimientos, mandó al jefe de estado mayor que emboscase las tres compañías de cazadores de los batallones “General Bolívar”, “General Mariño” y “General Arismendi” desde la quinta de Hidalgo hasta el Guamal; que la caballería se colocase de San Francisco a la Casa Fuerte que está al pié de la Caranta, y que todas las alturas se reforzasen. Verificada esta operación después de haber ostentado el enemigo sus fuerzas y observado nuestras operaciones, empezaron a bajar el cerro dejando en su extremo solo el cuerpo de reserva con Morillo, ocupando sus cazadores las empalizadas y cocales inmediatos desde la huerta de Espinoza basta la de Gerónimo Rodríguez en cuya casa tenía aquella apoyada su izquierda.


“El cuerpo de reserva provocado por ocho carabineros al mando del coronel Pablo Ruiz, descendió de la altura a las ocho y media de la mañana, dejando en ella a Morillo y cien hombres emboscados a su inmediación. Habiéndose aproximado al centro la reserva, se emprendió como a las nueve, de una y otra parte un vivísimo fuego: el enemigo pretendió cargar por el flanco izquierdo sobre nuestros cazadores de la derecha; pero la Caranta sirvió su artillería con tal acierto que les forzó a replegar con mucha pérdida.


“El general comandante de las tropas, el jefe del estado mayor y el subjefe del mismo que recorrían la línea y exhortaban a aquellas a sostener el combate, tuvieron sus caballos muertos, pero siguieron mandando a pié la acción.


“El enemigo comenzaba a flaquear por el ala derecha, pero se conservaba con firmeza su izquierda y centro; y viendo el general Gómez su resistencia, mandó cien hombres de caballería a las órdenes del mayor de este cuerpo teniente coronel Rafael Picazo para que les llamase la atención por la parte de Cazorla, y cincuenta carabineros y otros tantos lanceros a las del coronel de igual arma Policarpo Mata a incomodarlos por la Noria; mas observando que ninguno de estos movimientos los consternaban se puso a la cabeza de la caballería para romper el ala izquierda lo que tampoco fue posible conseguir por el obstáculo de las empalizadas, a cuyo abrigo se formaron en columna.


“A las dos y media de la tarde se participó subía el pequeño cerro, colocado frente a la batería de la Libertad cuya operación se conoció que no era para atacar, sino para llamar la atención; más nuestras tropas siempre serenas y firmes nada las arredraba, antes bien cobraban más ánimo al ver deshechos los cuadros y columnas enemigas. Afligido su centro e izquierda por la muerte del jefe que la mandaba, y por el destrozo que había sufrido, el General avanzó en este momento con rapidez sobre ella, y logró matarles once oficiales y doce soldados.


“A las cuatro las tropas que ocupaban el Cerro Colorado bajaron a marcha redoblada a incorporarse con el resto de su ejército, en cuyo transito perdieron mucha gente, retirándose al abrigo de las empalizadas y bosques y sosteniéndose solamente parte del ala izquierda y reserva en columna sólida. Nuestras fuerzas aunque en aptitud de perseguirlas, no pudieron verificarlo porque sobrevino la noche.


“El resultado de esta larga acción fue que solo 300 hombres de infantería protegidos por una corta caballería y por la Caranta derrotaron completamente a los 3.000 valientes con que Morillo nos amenazaba con total exterminio; acción gloriosa para las armas de la República, para timbre de los margariteños, y lección que puede servir de escarmiento a los tiranos. Nuestra pérdida fue de cinco oficiales muertos de caballería e infantería, y diez heridos de las dos mismas armas, incluyéndose también sesenta soldados fusileros, y veinte de caballería que rindieron sus vidas cubiertos de honor y gloria. La del enemigo no bajó de quinientos entre muertos, heridos y dispersos. (La Asunción, 1o de agosto de 1817).


El día 3 de agosto dispuso el General un paseo militar sobre Pampatar para lo que se escogieron 300 hombres de caballería y 200 de infantería, marchando aquella por el camino de los Robles, y reunidos en el Cerro de la Ermita, se descubrió una partida enemiga que fue acometida y destrozada al momento, huyendo unos por los montes y otros por la ensenada de Moreno, de los cuales se cogieron 17 y por ellos se supo que Morillo atacaría el 5 por la parte del Norte.





FUENTE:
-Yanes, Francisco Javier (1998). “Historia de Margarita y Observaciones del General Francisco Esteban Gómez”. Tercera edición. pp. 123-125. Edición especial: Fundación Margarita 500 años. Editorial Raidis, La Vecindad, Isla de Margarita, estado Nueva Esparta, Venezuela.




Contestación de F. E. Gómez a Morillo - Francisco Javier Yanes.

Contestación de F. E. Gómez a Morillo.


Retrato de Pablo Morillo Morillo, de Horace Vernet. Óleo sobre lienzo, 1820-1822. Museo del Hermitage. San Petersburgo, Rusia. 




Francisco Javier Yanes




Proclama del General en Jefe español.


“Habitantes de Margarita. Desde Ocaña os prometí en abril del año último que vendría sobre estas costas para castigar a los sediciosos y restablecer el orden que habían alterado.


“El hipócrita y despreciable Arismendi decía que os engañaba y que la presunción y el orgullo dirigía mi voz desde las orillas del Magdalena. Ya veis si he cumplido mi promesa, después de dejar sumisas al Rey, y gozando de su antigua felicidad las hermosas provincias del Nuevo Reino de Granada. Juzgad ahora de mi conducta, y conoced vuestra situación.


“Habitantes de Margarita. Sé todos los pormenores de vuestra revolución, y conozco los infames que la han causado. Estos mismos por la mayor parte os abandonan a vuestra propia suerte, como cobardes que son, al momento que me he aproximado, y huyen a la sola idea del riesgo que les amenaza.


“Ese Arismendi, nacido para vuestro mal, tan cobarde como ruin, no vendrá en vuestro auxilio, ni tampoco la multitud de miserables que han blasonado, cuando nada temían de cerca; ahora todos emigran, os abandonan con diversos pretextos; y el pirata Brión, concluye con saquear la isla y fugarse con sus buques1.


“En este estado, os convido nuevamente con la clemencia de nuestro amado soberano el Sr. Don Fernando VII cuyo augusto y magnánimo corazón se complace solo en el bien y felicidad de sus vasallos. Aprovechaos pues de ella y contad con el perdón de vuestros crímenes si os sometéis desde luego.


“Sabéis por experiencia que sé cumplir mis ofertas y que mi palabra es inviolable. Vuestra suerte no puede ser dudosa, cuando es constante que además de la división expedicionaria que acaba de llegar de la península, tengo a mi disposición las divisiones del ejército, cuyo valor y decisión son bien conocidos.


“Si a pesar de este paso que doy en obsequio de la humanidad y como una consecuencia de los principios que siempre han dirigido mi conducta, os empeñáis en vuestra rebeldía, como lo habéis manifestado desde el momento de mi desembarco, nada habrá que detenga mis empresas; y cesando las consideraciones y las esperanzas de vuestra reducción, marcharé sobre vosotros con fuerzas respetables que están a mis órdenes: la desolación y el terror irán delante de ellas; y si los traidores de Barcelona acabaron con su mísera existencia; en esta isla desleal no quedarán ni las cenizas, ni aun la memoria de los rebeldes que despreciaron la piedad del Soberano, y se empeñaron en su exterminio. Cuartel General del Campamento de los Barales, 17 de julio de 1817. —El General en jefe.—Pablo Morillo”.


Intimación al Comandante General


En seguida dirigió una intimación al Comandante de las armas de la isla concebida en los mismos términos y en el estilo siempre fulminante y amenazador tan propio, y solo propio del español en mando, y es como sigue:


“Don Pablo Morillo &. Al Comandante de la fuerza armada que se halla en Margarita. Las tropas del Rey, bajo mi mando vuelven otra vez a pisar el suelo de esta isla, y espero que pronto se halle toda ella sometida a la dominación de su legítimo Soberano.


“Conozco muy bien vuestros comprometimientos, y estoy persuadido que la masa general de los habitantes no ha querido atraerse sobre sí tantos y tan desastrosos males. Vuestra desgracia es obra de un hombre perverso; y la sangre que se ha derramado y las inquietudes y zozobras que os han traído es el presente más digno que ha podido haceros su detestable corazón.


“Soy conocido de todos vosotros; y mi lenguaje y mis sentimientos no deben seros sospechosos. Estoy dispuesto a emprender una campaña, cuyo resultado no puede ser dudoso; bien sabéis los medios de que dispongo, harto suficientes para realizar mis planes.


“Sin embargo, amante de la humanidad y siempre propenso al bien, he meditado haceros esta intimación acompañada de una proclama al pueblo de Margarita, en que con la franqueza propia de un militar, le manifiesto mis intenciones.


“La suerte os ha colocado en una situación en que podéis hacer la verdadera felicidad de vuestra patria, tomando el único partido que os aconseja la razón y el deber.


“Si hacéis desarmar los habitantes; si os sometéis con ellos a la obediencia de nuestro amado Soberano el Señor Don Fernando VII cesará toda hostilidad: se olvidarán los acaecimientos pasados; y podéis contar con la protección del gobierno de S. M. Los jefes o personas leales que os acompañen a este servicio importante serán atendidos igualmente y recompensados a proporción del mérito que contraigan.


“El encargado de presentaros esta intimación os instruirá menudamente en todo lo que deseéis saber para dirigir vuestra conducta.


“No se me culpará en lo sucesivo de los desastres que puedan seguirse si la obstinación y la infidelidad es vuestro partido; pudiendo aseguraros que sin amenazar vanamente, ni hacer ostentación de mi poder, será tan ejemplar el escarmiento de esta isla, que no quedará uno solo que no sufra el castigo de sus crímenes, ni que conserve la memoria de los hechos sangrientos y terribles que sufrirán ellos y sus familias. Cuartel General de los Barales. 17 de julio de 1817.—Pablo Morillo.”


Enterado el Comandante General de estos documentos dio la respuesta que sigue:


Contestación de F. E. Gómez.


Francisco Esteban Gómez, s/f.


“El General en jefe del Ejército Libertador de la isla de Margarita. Al Exmo. Señor General en Jefe de las tropas del Rey.


“Exmo. Señor: Los espartanos de Colombia han visto con bastante admiración el parlamento inesperado que V. E. les envía: extrañan el bárbaro estilo de intimar la rendición de esta isla, después de haber hostilizado atrevidamente sus costas sin preceder aquel requisito, y se complacen al ver que V. E. ha conocido su yerro, cuando ya todos se hallan irritados y revestidos con las nobles insignias del valor para vengar los nuevos ultrajes que se les irrogan.


“Las tropas del Rey que tiene V. E. bajo su mando nada han adelantado con pisar otra vez las áridas playas de Margarita, y el esperar por esto que vuelva a la tiránica dominación española, es tan difícil como que V. E. cumpla las promesas que hace bajo la mentida frase de que su palabra es inviolable.


“Si V. E. conoce los comprometimientos de la masa general de esta isla, debe también sacar por consecuencia, que no es ya la causa de un particular la que defendemos y que el general Arismendi a quién V. E. atribuye el origen de nuestras desgracias, lejos de traernos esos supuestos males puso en nuestras manos el precioso don de la libertad, y supo conducirnos a la cumbre de la gloria dejándonos a su partida sabias lecciones para defendernos, y fieles modelos para vencer españoles.


“La sangre que se ha derramado y la que derramará, emana del intimo impulso que tiene todo hombre al defenderse de su enemigo y del implacable odio que profesan los margariteños a sus opresores y no de las ideas perversas de nuestro héroe; del entusiasmo que a todos nos anima para sepultarnos entre las ruinas de nuestro país con cuantos objetos amables poseemos, antes que dejar a la posteridad el confuso lunar de la humillación y vasallaje en el brillante cuadro de nuestras victorias.


“Cierto es que V. E. es bien conocido de nosotros, y jamás borrarán de su memoria los margariteños la duración, aunque efímera de sus pasadas promesas: males de toda especie cayeron sobre nosotros en vez de los prometidos beneficios: un grito general se oyó en toda la isla, y este lastimoso clamor fue el que instigó al pueblo a usar del derecho de insurrección que le permite la ley de la naturaleza y de todas las sociedades.


“Desde entonces ratificó el juramento que antes había hecho por su independencia y libertad y tomando por divisa morir o vencer borró para en adelante las palabras de perdón y olvido de lo pasado con que todos los jefes españoles ocultan y abrigan sus verdaderas intenciones, y disfrazan sus tramas para sacrificarnos.


“Así pues, está por demás repetir estas promesas, como también el paso que V. E. ha tenido la bondad de dar en favor de la humanidad, enviándonos su proclama e intimación, no pudiendo dejar de advertirle que hemos fijado muy atentamente la consideración en la amenaza que nos hace V. E. de la total desolación de la isla si no convenimos con lo que soberanamente nos intima. Por tales expresiones de V. E., por los comprometimientos primitivos, y por los que en virtud de la conducta de los agentes de V. E., en esta isla, tomó el pueblo resolutivamente, acabará de conocer los uniformes sentimientos de estos habitantes, para el último arreglo de su conducta, debiendo añadir, que si V. E. fuere vencedor se hará dueño de los escombros, de las cenizas y de los lúgubres vestigios que a su pesar quedarán de nuestra constancia y valor con más brillo que los de Sagunto y Numancia. Si la fuerza y los medios que están a disposición de V. E. son tales cuales nos los pinta, bien podrá coger por triunfo, para satisfacer la tirana ambición de su soberano, y complacerse, en ellos, la área estéril y desolada de la isla Margarita, pero jamás podrá decir que se le rindieron sus ilustres defensores, Cuartel General de la Sabana Grande a 18 de julio de 1817. 7mo. Francisco Esteban Gómez.”


Esta contestación hirió vivamente el orgullo de Morillo, prorrumpiendo al leerla en sus expresiones de costumbre; y mandando luego poner en movimiento todas las fuerzas de tierra y mar, dio las disposiciones convenientes para llevar al cabo su propósito de reducir a cenizas la isla, sin que quedase uno que conservase la memoria de los hechos sangrientos y terribles que había decretado en el furor de su indignación. Tan persuadido estaba que le sería tan fácil ejecutar como querer. Después de algunas escaramuzas en el Valle de San Juan se dirigió Morillo a Porlamar, Valle del Espíritu Santo y por último a Pampatar donde acordó el plan de las operaciones que debían practicarse para la pacificación de la isla. Varias y porfiadas fueron las acciones que tuvieron lugar en esta campaña, en las que siempre salió humillada o confundida la arrogancia castellana. El boletín general del ejército republicano contiene los principales acontecimientos, sus pormenores y resultados como se verá de su contenido que dice así:


Boletines del ejército libertador de Margarita.


“La suerte de la decantada expedición española de los jefes Canterac y Coupigni y en la que el tirano Morillo amenazaba confundir a Margarita, ha sido tan feliz para nosotros cuanto debía esperarse del valor y entusiasmo de sus defensores.


“Este General español se presentó en el puerto de Guamache el 14 de julio con 22 velas, y luego que fue avistado dispuso el benemérito General Francisco Esteban Gómez que marchasen nuestras tropas a contenerlo en las costas de Sotavento. El enemigo en número de 3.000 hombres desembarcó en las alturas de las Cuicas y Bancolargo, y el benemérito jefe de estado mayor Coronel Joaquín Maneyro le sostuvo una dura acción con 400 infantes y 500 caballos forzándole a permanecer en las playas y cerro de la Vela sin atreverse a registrar el campo de batalla. Aterrado Morillo con este ensayo envió un parlamentario el 17 ofreciendo perdón y haciendo promesas lisonjeras que fueron altamente despreciadas.


“En este encuentro murieron tres oficiales subalternos, y fue herido el jefe del estado mayor de la caballería Celedonio Tubores: Siete muertos y veinte heridos tuvo la tropa, después de haber peleado con un valor distinguido y la pérdida del enemigo fue considerable. (Sabana Grande, 18 de julio).


“Este permaneció en sus posiciones por dos días, y dispuso el jefe de estado mayor que nuestras tropas se retirasen dos leguas al centro del Valle de San Juan, para que adelantando aquel sus marchas en nuestra persecución, lográsemos darle una acción en campo raso, donde pudiese obrar la caballería; pero el faldeó los cerros sin aproximarse nunca a la llanura.


“Esta operación impelió al General en Jefe a convocar una junta de guerra en la que se resolvió la retirada del ejército a la línea del Caranay en el pueblo de San Juan para que nuestra caballería no padeciese, y a fin de alejar al enemigo de sus buques, facilitando nuestros recursos y forzándolos a un choque.


“Colocado nuestro ejército en el Caranay el enemigo protegido por sus buques, marchó por la costa del Sur: en la Cruz del Pastel tuvo un encuentro con nuestra caballería y a la entrada de Porlamar otra con una división confiada al mando del Teniente Coronel Luis Gómez que guarnecía aquel punto: esta se sostuvo hasta que aquel fue herido, retirándose en orden a la ciudad. El enemigo tomó posesión de los escombros del pueblo y penetró hasta el del Valle del Espíritu Santo, donde hubo algunas escaramuzas, siendo al fin evacuado.


“No hubo tiempo para destruir las fortalezas de Pampatar y las cortas fuerzas que las guarnecían viéndose atacadas el 24 por todas las de Morillo, no se empeñaron en su defensa, retirándose el mismo día a la capital. (La Asunción, 25 de julio de 1817).





Nota:
1. No se daba cuenta Morillo de que la suerte de Margarita se decidía en el Orinoco con la llegada de la escuadra, y los trabajos del Libertador y Arismendi para asegurar la victoria de Cabrián, cuya consecuencia fue la liberación completa de Guayana y la evacuación de Margarita por Morillo, cuando tuvo noticia del desastre de los suyos en aquella provincia. Vicente Lecuna.





FUENTE:
-Yanes, Francisco Javier (1998). “Historia de Margarita y Observaciones del General Francisco Esteban Gómez”. Tercera edición. pp. 116-123. Edición especial: Fundación Margarita 500 años. Editorial Raidis, La Vecindad, Isla de Margarita, estado Nueva Esparta, Venezuela.



Manifiesto de Gómez - Francisco Javier Yanes.

Manifiesto de Gómez.


Estatua de Francisco Esteban Gómez, Santa Ana del Norte, 
isla de Margarita, s/f.



Francisco Javier Yanes



“Desde que Dios formó el Universo o vasto país en que habitan los viadores (hace ya el espacio de seis mil y más años) están enumeradas las revoluciones que lo han afligido, y que han de humillar y destruir la especie humana.


“Venezuela ocupa la última página de esta historia lamentable.


“El 19 de abril de 1810 entonó el himno sacrosanto de la libertad, y en tres periodos remarcables ha hecho los más fuertes sacudimientos para obtener su completa emancipación. Jornadas muy gloriosas, acciones brillantes y distinguidas son las pruebas más ineluctables del valor venezolano.


“La isla Margarita, parte integrante, y hoy muy principal de loa pueblos confederados, levantó igualmente el estandarte del honor y de la gloria, y siguió los pasos de sus conciudadanos. El 4 de mayo de aquel año depuso con la mayor moderación al mandatario peninsular, el mismo que a la entrada de Monteverde en Caracas fue el cómitre destinado para afligir en las bóvedas y pontones de Puerto Cabello, entre otros americanos, a los hijos de Margarita.


“Cartagena promueve la reacción del año de 1813, y un jefe con los sufragios del pueblo, destruyó al intruso tirano, y rompe las cadenas de sus hermanos oprimidos. Todos bendicen la obra del Libertador, y desean que ella sea tan durable, como fue pronta en su formación.


“Mas el genio del mal aparece otra vez en esta comarca: se abre una nueva campaña, y después de mil triunfos y proezas, cae el mismo pueblo bajo el yugo de un aborto del infierno, teniendo que salvarse sus restos por la emigración que emprendió por ásperos caminos, en una estación calamitosa, para trasladarse a las Antillas, en donde han presentado al hombre sensible un cuadro el más lastimoso, pues que ninguno ha podido ver sin emoción una multitud de personas honradas y pudientes, que antes buscaban con quien distribuir su fortuna, vivir para conservar una mísera existencia solo por la merced de extranjeros, cuya generosidad fue tan franca, como obligatoria al reconocimiento de los buenos americanos. Si algún día la providencia condolida de sus padecimientos se digna concederles la bien merecida carta de Manumisión, y que puedan formar un gobierno justo y liberal, que afianze para siempre los derechos inalienables del hombre; ellos podrán y sabrán remunerar con distinguidas recompensas los beneficios y hospitalidad que han recibido de algunas colonias.


“Una tercera época de redención se presenta en favor del pueblo disperso; el mismo redentor triunfa de los opresores en el mar, y en esta tierra de libertad; pero nuevos acontecimientos hacen que no se crea cerrado el circulo de la revolución. La furiosa lava de este volcán continúa sus erupciones, más los amantes de la independencia, deseosos de este bien, y ambiciosos de su libertad; queriendo tomar asiento entre las naciones que cubren la tierra, y a gozar de todos los beneficios que emanan de esta, se han resuelto a todo por conseguir tamaños bienes, y así la muerte no les espanta, y sólo la consideran como un descanso que pondrá fin a una vida agravada con la servidumbre, y cubierta con la ignominia.


“A pesar de tan nobles sentimientos, de tan generosas y liberales ideas no faltan americanos desnaturalizados, que bien avenidos con la servidumbre, se prosternan servilmente ante los ídolos que existen en la Iberia y que sólo pueden, conocerse en este mundo por los órganos del fanatismo, del error y la superstición, sin conocer ellos mismos los males que atraen sobre el suelo de su nacimiento, y sobre sus propias personas. Pero a estos seres degradados, y envilecidos es preciso advertirles que sobre sus cabezas penden agudas espadas, y que a sus pechos amenazan los afilados puñales de los libres. Un grito universal conspira a borrarlos de los nobles seres que hermosean la naturaleza. La alternativa de los hijos de la Gran Colombia es, Morir o Vencer, aunque ya es preciso decir por esta vez, que en medio de los azares de la guerra, cuando la Margarita contaba con algunos pueblos de la parte oriental del continente, advierte que algunos de ellos han intentado y de hecho se han sustraído, de la noble federación venezolana, solo por vanos temores, terror, pánico, espanto de los fantasmas.


“La ciudad de Cariaco ha sucumbido de un modo inconcebible, y sus desórdenes pueden trascender a los pueblos comarcanos. La Margarita por conservar la unidad que salva los estados, recibió en su seno al Gobierno Supremo de Venezuela convocado por el General Mariño; y el 31 de mayo último a los doce días de su instalación se ausenta en nuestra escuadra con dirección a Maturín. La isla fluctuando sola en los peligros, bloqueada en el día por dos corbetas y cinco bergantines; amenazada en fin por un grande ejército y nuevas fuerzas navales, ha ratificado sin embargo el juramento que hizo el 17 de noviembre, y no duda que tendrá ahora el buen éxito que entonces, cuando en diez acciones campales batió la formidable fuerza del General Morillo.


“Tres mil republicanos que han admirado al mundo por su constancia y valor se hallan en el día con las armas en la mano decididos a resistir a todo trance las pretensiones y choques de la tiranía. La Margarita podrá ser reducida a cenizas, pero no esclavizada. El enemigo ha jurado su exterminio y amenaza que muy pronto vendrá a pasearse por sus terrenos, gloriosos campos de Marte; y en tal conflicto ella suplica a las naciones imparciales y despreocupadas vuelvan a fijar su vista en la nueva lucha que sin duda será muy terrible que la que caba de sostener, y que sirvió de espanto, terror y confusión al mismo pueblo que pretendió esclavizarla.


“Naciones grandes y generosas! No permitáis que las falanges de nuestros asesinos acaben de consumar la obra de iniquidad y de exterminio que pretenden, ni que cubran de llanto y luto a los pacíficos moradores de Margarita solo porque no quieren ser esclavas de la nación más bárbara del globo. Conduélanse los hombres justos y filantrópicos de este siglo de luces y razón de un pequeño y pobre pueblo que ha sabido dar al mundo culto lecciones sublimes de civismo, en el concepto que si le dispensaren los auxilios de que necesita para la defensa a que se prepara, jura a presencia de los cielos y la tierra que los ejemplos de la valerosa Grecia, con todo el brillo con que se hizo admirable en el universo, poco excederán a los que se prepara a dar el pueblo margariteño, y no habrá sacrificio que no tribute a la justa libertad que en el siglo XIX ha proclamado el nuevo mundo. Ciudad de la Asunción de Margarita, junio 23 de 1817.—7mo. Francisco Esteban Gómez”.





FUENTE:
-Yanes, Francisco Javier (1998). “Historia de Margarita y Observaciones del General Francisco Esteban Gómez”. Tercera edición. pp. 112-115. Edición especial: Fundación Margarita 500 años. Editorial Raidis, La Vecindad, Isla de Margarita, estado Nueva Esparta, Venezuela.




Congresillo de Cariaco - Francisco Javier Yanes.

Congresillo de Cariaco


Casa Amarilla, s/f.



Francisco Javier Yanes


El 8 de mayo reunió el general Mariño, como segundo jefe de la República, varios empleados y ciudadanos respetables en la ciudad de Cariaco para que estableciesen un gobierno provisorio, análogo a las circunstancias en que se hallaba Venezuela a conformidad de lo que el Jefe Supremo había dicho en sus proclamas de 8 de mayo, y 28 de diciembre del año anterior y discutida la materia se declaró instalado el Soberano Congreso de Venezuela, resignando el presidente general Mariño la autoridad de segundo Jefe que se le confirió por la junta celebrada en Margarita y en su virtud se nombró para servir el poder ejecutivo al general Fernando Toro, coronel Francisco Javier Mayz y general Simón Bolívar, y por suplentes a Francisco Antonio Zea, José Cortes Madariaga, y Diego Vallenilla. Se designó para la residencia del gobierno federal la ciudad de la Asunción, capital de Margarita.


Trasladose el gobierno a la isla y desde luego procedió a librar las providencias y decretos que estimó convenientes para la organización de todos los ramos de la administración: entre estos merece atención el que sigue:


“Palacio de Gobierno en Pampatar, mayo 12 de 1817. 7mo. En conformidad de lo dispuesto por la Constitución Federal se declara, que al Soberano Congreso de Venezuela debe tributarse en cuerpo el tratamiento de Honorable Congreso: al Poder Ejecutivo el de Respetable: al Poder Judicial el de Recto: a los Ministros de los tres poderes, Capitanes Generales y Almirante el de Honorable por cortesía, tratándoles en la correspondencia oficial de ciudadano, y usando siempre de os y de vos; y comuníquese. Así lo decretó el respetable Poder Ejecutivo, y lo rubricaron. Hay dos rúbricas. Casiano Bezares, Secretario.— Honorables Presidente Cortés, Ministro Zea.—Casiano Bezares. Secretario de Estado interino”.


Habiéndose tenido noticias positivas de que venía de España una expedición destinada contra Margarita, publicó el siguiente decreto:


“El Supremo Gobierno de los Estados Unidos de Venezuela reinstalado felizmente para su honor y libertad deseando llenar sus grandes obligaciones cuenta con el esfuerzo de los pueblos virtuosos que le han proclamado y le aman. Ellos se han convenido para su elección y sostenimiento y este pacto tan sagrado debe cumplirse a costa de todo sacrificio, como dirigido al mayor bien de una preciosa porción del género humano que noblemente se eleva al rango a que aspiran el corazón y el alma del hombre. En consecuencia es de la primera atención el establecimiento y organización de la fuerza que ha de salvar la República y que su Gobierno protector ordena, ofreciendo a los pueblos su seguridad, conservación y prosperidad a cuyo efecto la medida de las circunstancias es la Ley Marcial bajo los siguientes artículos:

1oTodos los individuos que se hallen en esta isla desde 14 hasta 60 años son soldados de la República, y como tales se presentarán a los respectivos comandantes militares dentro de veinticuatro horas precisas, los cuales tomarán razón de sus nombres, edad, vecindad y ocupación para pasarlo inmediatamente al Supremo Gobierno.
2oSon exentos de esta presentación los individuos ocupados efectivamente en la marina, pues sirviendo en ella a la República pertenecen a la jurisdicción del almirantazgo y su jefe.
3oDurará esta ley cuatro meses contados desde el día de su publicación.
4oLos que faltasen a la presentación y alistamiento, sin una causa notoria, serán tratados como enemigos de la Patria, y castigados según las circunstancias.
5oLos comandantes militares quedan obligados y responsables al cumplimiento de esta ley, y en consecuencia deben arrestar cualquiera individuo que no la haya observado, participándolo inmediatamente al Supremo Gobierno.
6oIgual responsabilidad y obligación tendrán para con los desertores de la marina, remitiéndolos a disposición del honorable Almirante y Capitán General de los ejércitos de Venezuela.

Publíquese en todos los partidos de la isla y fíjese en los lugares públicos para su observancia y ejecución. Palacio del Gobierno en Pampatar a 13 de mayo de 1817. José Cortés Madariaga.— Francisco Antonio Zea.—Casiano Bezares. Secretario interino”.


En 17 de mayo decretó que en las banderas de los buques de guerra debían usarse siete estrellas azules en campo amarillo, y los mercantes solo la tricolor. En 24 del mismo se designaron premios y recompensas a los extranjeros que sirvan en la marina nacional, y en 26 se cedió a favor de la marina la parte de presa que corresponda al Estado en las que se hagan en la Guayana.





FUENTE:
-Yanes, Francisco Javier (1998). “Historia de Margarita y Observaciones del General Francisco Esteban Gómez”. Tercera edición. pp. 107-109. Edición especial: Fundación Margarita 500 años. Editorial Raidis, La Vecindad, Isla de Margarita, estado Nueva Esparta, Venezuela.



Asalto al Castillo de Santa Rosa - Francisco Javier Yanes

Asalto al Castillo Santa Rosa


Castillo Santa Rosa de La Eminencia, IPC (2004-2006). 


Francisco Javier Yanes 


Resolvieron por fin los patriotas tomar por asalto el castillo, y en efecto lo verificaron aunque sin el menor suceso, y para conocer sus resultados nos valdremos del parte que su Comandante dio al Gobernador, y es como sigue:


“Real Cuerpo de artillería.—Ejército expedicionario, isla de Margarita.—Castillo de Santa Rosa.—EI oficial encargado del gobierno y Comandancia de la tropa que el Señor Gobernador de esta isla Don Joaquín de Urreiztieta tuvo a bien conferirle, le da parte que hoy de madrugada atacaron los enemigos este castillo con mucha fuerza de gente y 38 escalas para asaltar; en un momento puse la tropa sobre las armas, rompiéndoles un fuego vivísimo de fusil y cañón, a pesar de lo cual y del estrago que recibían, llegaron por algunos puntos a la muralla y pudieron con la mayor algazara hasta ocho escalas. Todo les fue en valde. Dos cánones ligeros que dirigí a estos puntos castigaron su intento. La fusilería dirigida, a ellos y granadas de mano completaron la obra. En el puesto de las escalas dejaron 18 muertos, y fueron tantos los heridos, que la sangre corrió algunas varas. En las inmediaciones del castillo quedaron también 53 cadáveres, 26 fusiles, 67 lanzas, muchos machetes y cuchillos, una caja de guerra, una bandera y unas cuantas malas espadas. Por los caminos y veredas de su retirada había muchos arrastraderos y regueros de sangre. De nuestra parte hemos tenido muertos un soldado de Barbastro, y otro Dragones de la Unión, y dos artilleros heridos.—Castillo de Santa Rosa en la isla de la Margarita a 15 de diciembre de 1815.—Francisco Maya.”


Este suceso reanimó las pasiones y aspiraciones del Gobernador Urreiztieta, igualmente que las de los patriotas, pues no hay duda que alrededor de las murallas del Castillo quedaron algunos margariteños heridos, la noche que se dio el asalto, los que al día siguiente fueron fusilados en las explanadas, tocando las cornetas paira llamar la atención de los patriotas que ocupaban las alturas.





FUENTE:
-Yanes, Francisco Javier (1998). “Historia de Margarita y Observaciones del General Francisco Esteban Gómez”. Tercera edición. pp. 43-44. Edición especial: Fundación Margarita 500 años. Editorial Raidis, La Vecindad, Isla de Margarita, estado Nueva Esparta, Venezuela.



lunes, 18 de mayo de 2015

Túpac Amaru - Felipe Pigna.

Túpac Amaru


Túpac Amaru por M. Casahuringa, s/f.


Autor: Felipe Pigna.


Justo es reconocer que el discurso del poder ha sido y es muy sabio. Decenas de generaciones de argentinos han crecido sabiendo cómo murió Túpac Amaru sin recordar cuál fue el motivo de su último suplicio. Así, el último Inca no ha quedado en el imaginario colectivo como el símbolo de la libertad americana sino como el más gráfico ejemplo del descuartizamiento.


Todos los historiadores serios coinciden en señalar que se trató del movimiento social más importante de la historia colonial del continente. Y los más recalcitrantes hispanistas admiten que el imperio corrió un serio riesgo de desaparecer. Pero como los planteos de Túpac suenan tan actuales y como sus reivindicaciones sueñan aún hoy el sueño de los justos, sigue siendo prudente que la gente recuerde sólo lo que les pasa a los rebeldes cuando se toman demasiado en serio su rebeldía, sin interiorizarse demasiado de las injusticias atroces que condujeron al levantamiento que enarbolara los más justos reclamos.


De un lado estaba la milenaria civilización incaica y sus herederos, que peleaban por lo suyo, por sus tierras, su cultura y su derecho a una vida digna. Del otro, la barbarie de los invasores, cuyo único dios era el oro, la plata y la codicia, que no reparaba en muertos. Los castigos inflingidos a la familia de José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru) dejan muy en claro de qué lado de la ecuación civilización o barbarie estaba cada uno.


Las reformas borbónicas, implementadas por Carlos III a fines del siglo XVIII, con su afán centralizador y recaudador, significaron un aumento del trabajo y la opresión de los indígenas.


En el Perú en 1780, un descendiente de los incas, José Gabriel Condorcanqui, tomó el nombre del último emperador de los Incas, Túpac Amaru, que había sido asesinado por el virrey Francisco de Toledo, y encabezó una rebelión de indígenas y  mestizos contra el poder español.


Condorcanqui había nacido en el mes de marzo del año 1740 en la provincia peruana de Tinta, actual Perú. Heredó los cacicazgos de Pampamarca, Tungasuca y Surimaná y una importante cantidad de mulas, que lo convirtieron en un cacique de buena posición dedicado al transporte de mercaderías. Cuando acababa de cumplir 20 años, se casó con quien sería el amor de su vida, Micaela Bastidas Puyucawa.


La creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776 perjudicó seriamente al Virreinato del Perú. El cierre de los obrajes, la paralización de las minas y la crisis del algodón y el azúcar provocaron el incremento de la desocupación y la pérdida para miles de indígenas de sus míseros ingresos. Ante esta situación Túpac presentó una petición formal para que los “indios” fueran liberados del trabajo obligatorio en las minas. Allí decía: “Entonces morían los indios y desertaban pero los pueblos eran numerosos y se hacía menos sensible; hoy, en la extrema decadencia en que se hallan, llega a ser imposible el cumplimiento de la mita porque no hay indios que las sirvan y deben volver los mismos que ya la hicieron...".


Denunciaba los esfuerzos inhumanos a que eran sometidos, los largos y peligrosos caminos que debían andar para llegar hasta allí. Pedía también el fin de los obrajes, verdaderos campos de concentración donde se obligaba a hombres y mujeres, ancianos y niños a trabajar sin descanso.  Denunciaba particularmente el sistema de repartimientos, antecedente del bochornoso pago en especie. La Audiencia de Lima, compuesta mayoritariamente por encomenderos y mineros explotadores, ni siquiera se dignó a escuchar sus reclamos.


Túpac fue entendiendo que debía tomar medidas más radicales y comenzó a preparar la insurrección más extraordinaria de la que tenga memoria esta parte del continente.


Los pobres, los niños de ojos tristes, los viejos con la salud arruinada por el polvo y el mercurio de las minas, las mujeres cansadas de ver morir en agonías interminables a sus hombres y a sus hijos, todos comenzaron a formar el ejército libertador.


La primera tarea fue el acopio de armas de fuego, vedadas a los indígenas. Pequeños grupos asaltaban depósitos y casas de mineros. Así, el arsenal rebelde fue creciendo. Abuelos y nietos se dedicaban a las armas blancas, pelando cañas, preparando flechas vengadoras. Las mujeres tejían maravillosas mantas con los colores prohibidos por los españoles. Una de ellas será adoptada como bandera por el ejército libertador. Tiene los colores del arco iris y aún flamea en los Andes peruanos.


La independencia propuesta por Túpac no era sólo un cambio político, implicaba modificar el esquema social vigente en la América española. Su movimiento produjo una profunda conmoción en el Perú, grandes transformaciones internas y amplias resonancias americanas. Decía un pasquín de la época: "muera el mal gobierno; mueran los ministros falsos, y viva siempre La Plata…. Y mueran como merecen los que a la justicia faltan y los que insaciables roban con la capa de aduana".


Los elevados impuestos y los nuevos repartimientos realizados a la llegada del virrey Agustín de Jáuregui decidieron a Condorcanqui  a comenzar la rebelión. La ocasión se presentó cuando el obispo criollo Moscoso excomulgó al corregidor de Tinta, Antonio de Arriaga, individuo particularmente odiado por los indios. El 4 de noviembre de 1780, Túpac Amaru, con su autoridad de cacique de tres pueblos, mandó detener a Arriaga, y lo obligó a firmar una carta donde pedía a las autoridades dinero y armas y llamaba a todos los pueblos de la provincia a juntarse en Tungasuca, donde estaba prisionero. Le fueron enviados 22.000 pesos, algunas barras de oro, 75 mosquetes, mulas, etcétera. Tras un juicio sumario, Arriaga fue ajusticiado en la plaza Tungasuca el 10 de noviembre, en la misma plaza donde había torturado y enviado al cadalso a tantos inocentes.


Túpac Amaru emitió un bando reivindicando para sí la soberanía sobre estos reinos que decía: “los Reyes de Castilla me han tenido usurpada la corona y dominio de mis gentes, cerca de tres siglos, pensionándome los vasallos con insoportables gabelas, tributos, piezas, lanzas, aduanas, alcabalas, estancos, catastros, diezmos, quintos, virreyes, audiencias, corregidores, y demás ministros: todos iguales en la tiranía, vendiendo la justicia en almoneda con los escribanos de esta fe, a quien más puja y a quien más da, entrando en esto los empleos eclesiásticos y seculares, sin temor de Dios; estropeando como a bestias a los naturales del reino; quitando las vidas a todos los que no supieren robar, todo digno del más severo reparo. Por eso, y por los clamores que con generalidad han llegado al Cielo, en el nombre de Dios Todopoderoso, ordenamos y mandamos, que ninguna de las personas dichas, pague ni obedezca en cosa alguna a los ministros europeos intrusos”.


Por donde pasaba el ejército libertador se acababa la esclavitud, la mita y la explotación de los seres humanos.


El 18 de noviembre de 1780 se produjo la batalla de Sangarará. En este primer combate, las fuerzas rebeldes derrotaron al ejército realista. A partir de entonces, la rebelión tomó un carácter más radical con un líder a la altura de las circunstancias que proponía: "Vivamos como hermanos y congregados en solo cuerpo. Cuidemos de la protección y conservación de los españoles; criollos, mestizos, zambos e indios por ser todos compatriotas, como nacidos en estas tierras y de un mismo origen". Unos 100.000 indios en una extensión de 1500 kilómetros, de Salta al Cuzco, se dispusieron a seguir al rebelde.


En uno de sus manifiestos decía Túpac: “Un humilde joven con el palo y la honda y un pastor rústico libertaron al infeliz pueblo de Israel del poder de Goliat y faraón: fue la razón porque las lágrimas de estos pobres cautivos dieron tales voces de compasión, pidiendo justicia al cielo, que en cortos años salieron de su martirio y tormento para la tierra de promisión. Mas al fin lograron su deseo, aunque con tanto llanto y lágrimas. Mas nosotros, infelices indios, con más suspiros y lágrimas que ellos, en tantos siglos no hemos podido conseguir algún alivio (...) El faraón que nos persigue, maltrata y hostiliza no es uno solo, sino muchos, tan inicuos y de corazones tan depravados como son todos los corregidores, sus tenientes, cobradores y demás corchetes: hombres por cierto diabólicos y perversos que presumo nacieron del caos infernal y se sustentaron a los pechos de harpías más ingratas, por ser tan impíos, crueles y tiranos, que dar principio a sus actos infernales seria santificar... a los Nerones y Atilas de quienes la historia refiere sus iniquidades... En éstos hay disculpas porque, al fin, fueron infieles; pero los corregidores, siendo bautizados, desdicen del cristianismo con sus obras y más parecen ateos, calvinistas, luteranos, porque son enemigos de Dios y de los hombres; idólatras del oro y de la plata. No hallo más razón para tan inicuo proceder que ser los más de ellos pobres y de cunas muy bajas”.


Decía un copla española anónima de 1870: 

“Si triunfaran los indios
nos hicieran trabajar
del modo que ellos trabajan
y cuanto ahora los rebajan
nos hicieran rebajar.
Nadie pudiera esperar
Casa, hacienda  ni esplendores,
Ninguno alcanzará honores
Y todos fueran plebeyos:
Fuéramos los indios de ellos
Y ellos fueran los señores.”


El 23 de diciembre de 1780 se dirigió especialmente a los criollos en una proclama donde les hizo saber que “viendo el yugo fuerte que nos oprime con tanto pecho [impuestos] y la tiranía de los que corren con este cargo, sin tener consideración de nuestras desdichas, y exasperado de ellas y de su impiedad, he determinado sacudir el yugo insoportable y contener el mal gobierno que experimentamos de los jefes que componen estos cuerpos, por cuyo motivo murió en público cadalso el corregidor de Tinta, a cuya defensa vinieron de la ciudad del Cuzco una porción de chapetones, arrastrando a mis amados criollos, quienes pagaron con sus vidas su audacia. Sólo siento lo de los paisanos criollos, a quienes ha sido mi ánimo no se les siga ningún perjuicio, sino que vivamos como hermanos y congregados en un cuerpo, destruyendo a los europeos”.


Los rebeldes parecían imparables. Manuel Godoy, estrecho colaborador del rey Carlos IV, cuenta en sus memorias: “Nadie ignora cuánto se halló cerca de ser perdido, por los años de 1780 y 1781, todo el Virreinato del Perú y una parte del de la Plata, cuando alzó el estandarte de la insurrección el famoso Condorcanqui, más conocido por el nombre de Túpac Amaru”.


La gravedad de la situación llevó a los virreyes de Lima y Buenos Aires a unir sus fuerzas. Vértiz y su colaborador, el inefable Marqués de Sobremonte le escribían en estos términos al virrey del Perú:“ el buen orden y estado pacífico consistiría en extirpar el ambicioso origen de todos los males que padecen los pueblos, segando la cabeza del rebelde José…”. La Iglesia, los criollos y los europeos cerraron filas para enfrentar el peligro.


Túpac entendió tempranamente que su rebelión no podría triunfar sin el apoyo de criollos y mestizos, pero los propietarios nacidos en América no se diferenciaban demasiado de sus colegas europeos. Formaban parte  de la estructura social vigente, que basaba su riqueza en la explotación del trabajo indígena en las minas, haciendas y obrajes.


Tras el triunfo de Sangarará, Túpac Amaru cometió el error de no marchar sobre Cuzco, como le aconsejaba su compañera y lugarteniente Micaela, y regresar a su cuartel general de Tungasuca, en un intento de facilitar una negociación de paz.


Los virreyes de Lima y Buenos Aires lograron reunir un ejército de 17.000 hombres al mando del visitador general, José Antonio Areche, quien llevó adelante una feroz campaña terrorista de saqueo de pueblos y asesinato indiscriminado de todos sus habitantes, logrando que muchos desertaran del ejército rebelde y facilitando la derrota definitiva de los insurrectos.


Con la llegada al Cuzco del visitador Areche y el inspector general José del Valle la situación se desequilibró en perjuicio de los rebeldes. Túpac intentó todavía dar un golpe de mano atacando primero, pero el ejército realista fue advertido por un prisionero escapado y el golpe fracasó. La noche del 5 al 6 de abril se libró la desigual batalla entre los dos ejércitos. Según un parte militar “fueron pasados a cuchillo más de mil y derrotado el resto enteramente”. 


Al verse perdido Túpac Amaru intentó la fuga, pero fue hecho prisionero -gracias a la traición de su compadre Francisco Santa Cruz- y trasladado al Cuzco. El visitador Areche entró intempestivamente en su calabozo para exigirle, a cambio de promesas, los nombres de los cómplices de la rebelión. Túpac Amaru le contestó con desprecio: “Nosotros dos somos los únicos conspiradores; Vuestra merced por haber agobiado al país con exacciones insoportables y yo por haber querido libertar al pueblo de semejante tiranía. Aquí estoy para  que me castiguen solo, al fin de que otros queden con vida y yo solo en el castigo.”


Túpac fue sometido a las más horribles torturas durante varios días. Se le ataron las muñecas a los pies. En la atadura que cruzaba los ligamentos de manos y pies fue colgada una barra de hierro de 100 libras e izado su cuerpo a 2 metros del suelo causándole el dislocamiento de uno de sus brazos. Túpac no delató a nadie. Se guardó para él y la historia el nombre y la ubicación de sus compañeros. El siniestro visitador Areche debió reconocer el coraje y la resistencia de aquel hombre extraordinario en un informe al virrey donde dejaba constancia de que a pesar de los días continuados de tortura, “el inca Túpac Amaru es un espíritu y naturaleza muy robusta y de una serenidad imponderable”.


El 17 de mayo de 1781 Túpac Amaru fue condenado a muerte. La condena alcanzó a toda su familia ya que recomendaba que fuera exterminada toda su descendencia, hasta el cuarto grado de parentesco.


La condena redactada por el Visitador Areche, era todo un manifiesto ideológico y llegaba a prohibir todo vestigio de la cultura incaica: “…se prohíben y quitan las trompetas o clarines que usan los indios en sus funciones, y son unos caracoles marinos de un sonido extraño y lúgubre, y lamentable memoria que hacen de su antigüedad; y también el que usen y traigan vestidos negros en señal de luto, que arrastran en algunas provincias, como recuerdos de sus difuntos monarcas, y del día o tiempo de la conquista, que ellos tienen por fatal, y nosotros por feliz, pues se unieron al gremio de la Iglesia católica, y a la amabilísima y dulcísima dominación de nuestros reyes. Y para que estos indios se despeguen del odio que han concebido contra los españoles, y sigan los trajes que les señalan las leyes, se vistan de nuestras costumbres españolas, y hablen la lengua castellana”.


El 18 de mayo de 1781, los rebeldes quedaron expuestos a los “civilizadores”, que los descuartizaron. A continuación transcribimos textualmente el relato de la muerte de la familia Túpac Amaru contada por sus asesinos: “El viernes 18 de mayo de 1781, después de haber cercado la plaza con las milicias de esta ciudad del Cuzco... salieron de la Compañía nueve sujetos que fueron: José Verdejo, Andrés Castelo, un zambo, Antonio Oblitas (el que ahorcó al general Arriaga), Antonio Bastidas, Francisco Túpac Amaru; Tomasa Condemaita, cacica de Arcos; Hipólito Túpac Amaru, hijo del traidor; Micaela Bastidas, su mujer, y el insurgente, José Gabriel. Todos salieron a un tiempo, uno tras otro. Venían con grillos y esposas, metidos en unos zurrones, de estos en que se trae la yerba del Paraguay, y arrastrados a la cola de un caballo aparejado. Acompañados de los sacerdotes que los auxiliaban, y custodiados de la correspondiente guardia, llegaron al pie de la horca, y se les dieron por medio de dos verdugos, las siguientes muertes: A Verdejo, Castelo, al zambo y a Bastidas se les ahorcó llanamente. A Francisco Túpac Amaru, tío del insurgente, y a su hijo Hipólito, se les cortó la lengua antes de arrojarlos de la escalera de la horca. A la india Condemaita se le dio garrote en un tabladillo con un torno de fierro... habiendo el indio y su mujer visto con sus ojos ejecutar estos suplicios hasta en su hijo Hipólito, que fue el último que subió a la horca. Luego subió la india Micaela al tablado, donde asimismo en presencia del marido se le cortó la lengua y se le dio garrote, en que padeció infinito, porque, teniendo el pescuezo muy delgado, no podía el torno ahogarla, y fue menester que los verdugos, echándole lazos al cuello, tirando de una a otra parte, y dándole patadas en el estómago y pechos, la acabasen de matar. Cerró la función el rebelde José Gabriel, a quien se le sacó a media plaza: allí le cortó la lengua el verdugo, y despojado de los grillos y esposas, lo pusieron en el suelo. Le ataron las manos y pies a cuatro lazos, y asidos éstos a las cinchas de cuatro caballos, tiraban cuatro mestizos a cuatro distintas partes: espectáculo que jamás se ha visto en esta ciudad. No sé si porque los caballos no fuesen muy fuertes, o porque el indio en realidad fuese de hierro, no pudieron absolutamente dividirlo después que por un largo rato lo estuvieron tironeando, de modo que lo tenían en el aire en un estado que parecía una araña. Tanto que el Visitador, para que no padeciese más aquel infeliz, despachó de la Compañía una orden mandando le cortase el verdugo la cabeza, como se ejecutó. Después se condujo el cuerpo debajo de la horca, donde se le sacaron los brazos y pies. Esto mismo se ejecutó con las mujeres, y a los demás les sacaron las cabezas para dirigirlas a diversos pueblos. Los cuerpos del indio y su mujer se llevaron a Picchu, donde estaba formada una hoguera, en la que fueron arrojados y reducidos a cenizas que se arrojaron al aire y al riachuelo que allí corre. De este modo acabaron con José Gabriel Túpac Amaru y Micaela Bastidas, cuya soberbia y arrogancia llegó a tanto que se nominaron reyes del Perú, Quito, Tucumán y otras partes...”


Dice Valcárcel que en ese momento el pequeño Fernando Túpac Amaru1 de 10 años de edad, que fue obligado a presenciar el sacrificio de sus padres y hermanos, “dio un grito tan lleno de miedo externo y angustia interior que por mucho tiempo quedaría en los oídos de aquellas gentes...”

Un documento español titulado “Distribución de los cuerpos, o sus partes, de los nueve reos principales de la rebelión, ajusticiados en la plaza del Cuzco, el 18 de mayo de 1781” nos exime de todo comentario:


José Gabriel Túpac-Amaru.
Micaela Bastidas, su mujer.
Hipólito Túpac-Amaru, su hijo.
Francisco Túpac-Amaru, tío del primero.
Antonio Bastidas, su cuñado.
La cacica de Acos.
Diego Verdejo, comandante.
Andrés Castelo, coronel.
Antonio Oblitas, verdugo.


Tinta

La cabeza de José Gabriel Túpac-Amaru.
Un brazo a Tungasuca.
Otro de Micaela Bastidas, ídem.
Otro de Antonio Bastidas, a Pampamarca.
La cabeza de Hipólito, a Tungasuca.
Un brazo de Castelo, a Surimana.
Otro a Pampamarca.
Otro de Verdejo, a Coparaque.
Otro a Yauri.
El resto de su cuerpo, a Tinta.
Un brazo a Tungasuca.
La cabeza de Francisco Túpac-Amaru, a Pilpinto.


Quispicanchi

Un brazo de Antonio Bastidas, a Urcos.
Una pierna de Hipólito Túpac-Amaru, a Quiquijano.
Otra de Antonio Bastidas, a Sangarará.
La cabeza de la cacica de Acos, a ídem.
La de Castelo, a Acamayo.


Cuzco

El cuerpo de José Gabriel Túpac-Amaru, a Picchu.
Ídem el de su mujer con su cabeza.
Un brazo de Antonio Oblitas, camino de San Sebastián.


Carabaya

Un brazo de José Gabriel Túpac-Amaru.
Una pierna de su mujer.
Un brazo de Francisco Túpac-Amaru.


Azangaro

Una pierna de Hipólito Túpac-Amaru.


Lampa

Una pierna de José Gabriel Túpac-Amaru, a Santa Rosa.
Un brazo de su hijo a Iyabirí.


Arequipa

Un brazo de Micaela Bastidas.


Chumbivilcas

Una pierna de José Gabriel Túpac-Amaru, en Livitaca.
Un brazo de su hijo, a Santo Tomás.


Paucartambo

El cuerpo de Castelo, en su capital.
La cabeza de Antonio Bastidas.


Chilques y Masques

Un brazo de Francisco Túpac-Amaru, a Paruro.


Condesuyos de Arequipa

La cabeza de Antonio Verdejo, a Chuquibamba.


Puno

Una pierna de Francisco Túpac-Amaru, en su capital.



Las partes de su cuerpo fueron colocadas en picas en las ciudades en las que había triunfado el intento revolucionario.


Pero a pesar de la barbarie, los asesinos de Túpac Amaru y de su familia ya no podrían descansar tranquilos. Años después de perpetrada su masacre, en todo el territorio americano era otro el catecismo que se leía, eran otras las enseñanzas que se aprendían; la dignidad comenzaba a campear y el habitante originario iba a acostumbrándose a caminar erguido.


Los revolucionarios de 1810 serán llamados “tupamaros” por los documentos españoles de la época y este calificativo será asumido con orgullo por los rebeldes, que lo harán propio, como lo señala la copla anónima de aquellos años:


Al amigo Don Fernando
Vaya que lo llama un buey
Porque los Tupamaros
No queremos tener rey.




Referencias:
1 Fernando Túpac Amaru, hijo de José Gabriel, fue pasado por debajo de la horca, y desterrado por toda su vida a uno de los presidios de África.





FUENTE: www.elhistoriador.com.ar