Nueva Ciudad de Cádiz, Cubagua

Primera de Suramérica con título. 12 de septiembre de 1528.

MUSEO NUEVA CÁDIZ

El edificio que hoy sirve de sede al Museo Nueva Cádiz fue construido entre los años 1609 y 1612, por el gobernador de Margarita para entonces, Don Bernardo de Vargas Machuca, y tenía dos finalidades: la planta baja se dedicó a la cárcel púbica y la planta alta se dedicó al cabildo o al ayuntamiento.

JARDÍN DEL MUSEO NUEVA CÁDIZ

En él se hallan una amplia variedad de árboles ornamentales y frutales. Entre ellos el denominado “Pandano” una planta tropical con el tronco ramificado y curvado que puede alcanzar varios metros de altura.

LAS PERLAS DE CUBAGUA

La isla de Cubagua que conforma junto con las de Margarita y Coche el estado Nueva Esparta de Venezuela, fue el primer asentamiento español en suelo venezolano y su existencia inicial se debió fundamentalmente a la extracción de las perlas que abundaban en sus aguas y que desaparecieron debido a su explotación irracional.

RUINAS DE LA CIUDAD DE NUEVA CÁDIZ

Nueva Cádiz fue la primera ciudad española de Sur América, organizada en 1526 como Villa de Santiago y luego en 1528 obtuvo formalmente el título de ciudad de Nueva Cádiz. Allí se ejerció una explotación perlífera inmisericorde que les permitió a los conquistadores construir una ciudad relativamente grande, con dos iglesias, otros edificios públicos y de habitación.

ESCULTURAS DE JESÚS CRISTO

Esculturas que reflejan la vida y obra de Jesús Cristo de autoría anónima. “Humildad y Paciencia” y “Jesús atado a la Columna”. Fueron usadas en la Semana Santa de la ciudad de La Asunción.

miércoles, 29 de octubre de 2014

La Colonización Alimentaria

La Colonización Alimentaria


La llegada de los europeos a América en el siglo XVI produjo una transformación en las costumbres culinarias, ya que si bien desde las primeras décadas de la colonia hubo numerosos intentos de cultivar especies como el trigo y la vid, la sociedad colonial tuvo que aprovechar más los recursos locales.




La riqueza cultural y natural del continente americano durante la época prehispánica favoreció la disponibilidad de una enorme cantidad de alimentos. Se reconocen al menos dos centros de origen y domesticación indígena de las plantas alimenticias en América. Uno se encuentra en México-América Central, con recursos vegetales hoy tan difundidos como el maíz, el boniato, los frijoles, el maní, el ñame, la calabaza, los ajíes, el aguacate, la guayaba, la lechoza, el cacao, la piña, la chirimoya, la guanábana, el mamey, etc. El otro centro se encuentra en Suramérica y se le atribuyen importantes alimentos como la papa, la yuca, el tomate, los frijoles, el maní,  la calabaza, la parchita, etc. 


Plantas aborígenes

Cocotero

Luego del descubrimiento, gradualmente fue desarrollándose la comida criolla americana, que fue producto de una adaptación a los ingredientes disponibles. Por ejemplo, aunque los colonizadores preferían el pan de trigo, ante la falta de harina tuvieron que sustituir el pan con el cazabe y/o la arepa de maíz, que se podían obtener en todo tiempo y lugar. El cazabe podía durar mucho tiempo sin descomponerse y por lo tanto era un alimento muy útil para las largas travesías marítimas.


Planta de Yuca

En este periodo se inició también la importación de los productos de la metrópoli. La nueva clase emergente representada por los empleados oficiales y reales que organizaron el Nuevo Mundo, exigieron consumir sus alimentos y es así como se empiezan a enviar barcos con animales como la vaca, el carnero, la gallina y el cerdo, y plantas como el trigo, la caña de azúcar, la zanahoria, etc.


Animales del Nuevo Mundo

Las diferencias sociales se reflejaban en las costumbres y hábitos alimenticios de las diferentes capas de la sociedad. La comida servida en las casas de la gente más prestigiosa era muy diferente a la servida en un humilde hogar indígena o de mestizos pobres. Algunos productos se caracterizaban por su alto costo lo cual era proporcional a la poca oferta, mientras que los conocidos como "comida de indios" se adquirían por bajos precios. Las mesas de la nobleza generalmente eran abundantes en elaborados platos donde predominaban las carnes, las frutas, postres y vino, mientras que las mesas pobres se conformaban con sopas, queso, ajo y legumbres con alguna carne barata.



Luego, algunos de los alimentos cuyo consumo se generalizó a fines del siglo XVIII y principios del XIX venían de los puertos de la Habana, Kingston, Santo Domingo, Curazao y Nueva Orleáns, traídos por contrabandistas que los introducían clandestinamente: jamón, harinas, azúcar, orégano, comino, clavo, aceitunas, mantequilla, bacalao, higos, pasas, sidra, ginebra, anís, cerveza, coñac: todos ellos adquirieron un gusto regional especial, aderezado por la aventura de conseguirlos   burlando  a   las   autoridades portuarias.


Las plantas de origen africano también se cuentan dentro de los recursos vegetales del continente. Las introducciones más tempranas corresponden a especies como el quimbombó, que tiene su centro de domesticación probable en África occidental; el melón, que tal vez viajó de África a Europa y de allí a América; la palma aceitera, algunos tipos de malangas y ciertos ñames, traídos en los barcos negreros desde África. Los africanos, que arribaron a diferentes países de la región, con frecuencia fungían como cocineros y aportaron su forma particular de preparar los alimentos, dejando una visible huella en las cocinas locales.


Estos nuevos ingredientes cambiaron para siempre la gastronomía nativa, ya que los empezaron a introducir en sus diferentes recetas dando como resultado variados platos y cocidos. La gastronomía es parte de la cultura y por lo tanto también va cambiando en el tiempo. La conquista hispana, con sus luces y sombras, implicó la formación de una nueva cultura que tiene en América una expresión culinaria importante.




martes, 21 de octubre de 2014

Fotografías de Margarita - Año 1897. Henrique Avril.- Frank Omar Tabasca

Fotografías de Margarita
Año 1897.
Henrique Avril para EL COJO ILUSTRADO.


Frank Omar Tabasca 


Henrique Avril (1866-1950): Catedral Nuestra Señora de La Asunción (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 01 de octubre de 1897. Año VI, Nro. 139. p. 759. Reimpresión (1977), Tomo II, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela. 


Henrique Avril (1866-1950): Convento de San Francisco (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 15 de octubre de 1897. Año VI, Nro. 140. p. 771. Reimpresión (1977), Tomo II, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela. 


Henrique Avril (1866-1950): Puente sobre el rio La Asunción (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 15 de agosto de 1897. Año VI, Nro. 136. p. 623. Reimpresión (1977), Tomo II, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela. 


Henrique Avril (1866-1950): Castillo Santa Rosa de La Eminencia (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 15 de agosto de 1897. Año VI, Nro. 136. p. 621. Reimpresión (1977), Tomo II, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela. 


Henrique Avril (1866-1950): Iglesia de San Pedro Mártir (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 01 de octubre de 1897. Año VI, Nro. 139. p. 757. Reimpresión (1977), Tomo II, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela.


Henrique Avril (1866-1950): Iglesia de San Pedro Mártir (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 15 de septiembre de 1897. Año VI, Nro. 138. p. 699. Reimpresión (1977), Tomo II, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela.


Henrique Avril (1866-1950): Vista del Castillo Santa Rosa de La Eminencia tomada desde la población (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 15 de septiembre de 1897. Año VI, Nro. 138. p. 701. Reimpresión (1977), Tomo II, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela.


Henrique Avril (1866-1950): Parte de la ciudad de La Asunción (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 01 de octubre de 1897. Año VI, Nro. 139. p. 761. Reimpresión (1977), Tomo II, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela.


Henrique Avril (1866-1950): Ruinas de antiguos edificios españolas en La Asunción (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 01 de octubre de 1897. Año VI, Nro. 139. p. 755. Reimpresión (1977), Tomo II, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela.


Henrique Avril (1866-1950): Un cocal de la isla de Margarita (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 15 de octubre de 1897. Año VI, Nro. 140. p. 775. Reimpresión (1977), Tomo II, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela.


Henrique Avril (1866-1950): Vista de Juan Griego tomada desde el sur (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 01 de julio de 1897. Año VI, Nro. 133. p. 509. Reimpresión (1977), Tomo II, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela.


Henrique Avril (1866-1950): Puerto de Juan Griego visto desde el norte (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 01 de julio de 1897. Año VI, Nro. 133. p. 509. Reimpresión (1977), Tomo II, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela.


Henrique Avril (1866-1950): Iglesia San Juan Evangelista de Juan Griego (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 01 de septiembre de 1897. Año VI, Nro. 137. p. 671. Reimpresión (1977), Tomo II, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela.


Henrique Avril (1866-1950): Iglesia de Nuestra Señora del Valle (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 01 de julio de 1897. Año VI, Nro. 133. p. 519. Reimpresión (1977), Tomo II, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela.


Henrique Avril (1866-1950): Casa de habitación del Padre José Joaquín Rivas (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 01 de julio de 1897. Año VI, Nro. 133. p. 519. Reimpresión (1977), Tomo II, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela.


Henrique Avril (1866-1950): El faro de Porlamar - Margarita (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 15 de mayo de 1897. Año VI, Nro. 130. p. 405. Reimpresión (1977), Tomo I, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela.


Henrique Avril (1866-1950): Calle Aurora de Juan Griego (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 01 de septiembre de 1897. Año VI, Nro. 137. p. 671. Reimpresión (1977), Tomo II, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela.


Henrique Avril (1866-1950): Puerto de Porlamar – Margarita (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 01 de junio de 1897. Año VI, Nro. 131. p. 433. Reimpresión (1977), Tomo I, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela.


Henrique Avril (1866-1950): El Yaque de Chepelito (1897). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 01 de junio de 1897. Año VI, Nro. 131. p. 435. Reimpresión (1977), Tomo I, 1897, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela. 



lunes, 20 de octubre de 2014

Monumento Natural -Las Tetas de María Guevara- ¿Por qué se le llama así?

Monumento Natural
Las Tetas de María Guevara
¿Por qué se le llama así?

Monumento natural: Las Tetas de María Guevara


Con el nombre de Las Tetas de María Guevara, tradicionalmente, se ha venido conociendo en la Isla de Margarita a dos pequeñas crestas cónicas, que se elevan, rompiendo en la monotonía del paisaje, en sitio cercano al Parque Nacional Laguna de La Restinga. Siempre surge la pregunta acerca de quién era María Guevara, para que se perennizara en la roca basáltica de esos cerros gemelos y si realmente, María Guevara existió o fue solo creación antojadiza de la leyenda. Las más variadas interpretaciones se han dado alrededor del enigmático nombre; pero, hasta la fecha, nada en concreto se ha dilucidado que contribuya a clarificar la confusión existente acerca del personaje que aún continúa actualizado y cuyo nombre se pronuncia con perspicacia y hasta con un dejo de malicia incontenida.


Historiadores, ensayistas y poetas han tratado unos de descifrar el misterio que rodea a su figura, sin lograrlo; y otros, guiados por la fantasía, han cantado a una mujer ideal, hipotética, indefinida, que no a la real María Guevara, y hasta han llegado a crear leyendas a su alrededor.


María Guevara efectivamente vivió. Pero no fue española. Ni hija del Capitán Juan de Guevara. Ni fue amada del indio Makanao. Ni conoció a Lope de Aguirre. Ni guerreó contra los españoles. La verdadera, la real, la María Guevara de carne y hueso, nació en Cumaná por el año 1801. Por los años 1825 a 1830, sin que hayamos podido precisar la fecha exacta, casó con Simón Marval, nativo de Margarita, dueño de trenes de pesquería. Era hija natural de Inés María Guevara.


En los años que María Guevara se instala a vivir en Punta de Piedras, el puerto principal de la región era Laguna de Raya. Pero con María Guevara decae y surge Punta de Piedras. Empieza María Guevara por adquirir de los Benales, un cuarto derecho del sitio del Águila. Va a Juan Griego y trae gente para sus trenes de pesquería. Les hace construir viviendas y junto a la de ellos, construye la suya en el Morro. Con María Guevara nace, propiamente, Punta de Piedras. Para solucionar la escasez de agua, hace cavar un jagüey al que llamaban “El Pozo de Ahí”, que por largos años fue el abrevadero obligado de la comunidad de pescadores.


Los que conocieron a María Guevara afirmaban que no era mujer de senos desarrollados, de ahí que por desemejanza los compararon con los mencionados cerritos. Nos cuentan las consejas que cuando los pescadores de los trenes de María Guevara se acercaban a la costa al regreso de sus tareas o de un viaje por las cercanías, al ver los dos cerritos cónicos que emergen muy cerca el uno del otro semejantes a senos de mujer, ironizando por los que carecía María Guevara, exclamaban, no sin cierta picardía, ahí están las tetas de la Doña o ya se distinguen las tetas de la Doña, por no decir directamente las tetas de María Guevara como ya todos decían en el poblado. En la segunda mitad del siglo XIX adquiere vigencia la denominación. La tradición ha recogido y mantiene este nombre que acicatea la curiosidad de quien oye nombrarlo y despierta interés por conocer quien fue esa mujer que dio nombre a esta curiosidad geográfica de Margarita.


María Guevara era mujer emprendedora. Le gustaba el comercio y practicaba el ahorro. Cuando contrajo matrimonio con Simón era poseedora de una fortuna apreciable en la época y la cual estaba representada en casas y terrenos que tenía en Cumaná y en dinero efectivo.


María Guevara murió en Punta de Piedras a la edad de ochenta y cinco años, el día 13 de febrero de 1886. No tuvo descendientes. Otorgó testamento el 7 de noviembre de 1885. Su herencia la dejó a sus sobrinos, los hijos de su hermana Josefa Guevara de Salcedo. La muerte de “madrinita”, como la llamaban sus sobrinos, enlutó a Punta de Piedras. Sus restos reposaron por un tiempo en el cementerio de esta localidad, de donde fueron exhumados. Una sobrina los conservó en una pequeña urna y posteriormente resolvió darle sepultura en la Iglesia de la Parroquia Altagracia de Cumaná. Hasta época reciente existía la lápida señaladora; pero con las refacciones de ese templo, desapareció.


María Guevara, pues, existió. Fue una mujer real. De recia complexión. De carácter fuerte. Es cierto que no dejó descendentes, pero en cambio ahí están como legado suyo, desafiantes, despertando curiosidad, desnudas y frescas de brisas, turgentes y por siempre rectas Las Tetas de María Guevara.



Fuente:
-Jesús Manuel Subero (1974). “Crónicas Margariteñas”.


Conquista y colonización de América - Felipe Pigna

Conquista y colonización de América

Pintura de José Garnelo Alda (1866-1945), fechada en 1892 para conmemorar el IV Centenario del descubrimiento de América. Museo Naval de Madrid 


Autor: Felipe Pigna


Hacia fines del siglo XV, la Europa renacentista en plena expansión inició la conquista y explotación del continente americano. Las sociedades americanas sufrirán en carne propia el impacto de la invasión y ya nada sería como hasta entonces.


España había logrado su unidad nacional con los reyes católicos, derrotando a los musulmanes y recuperado su territorio en 1492. Fue precisamente en ese año que Cristóbal Colón logró firmar su acuerdo comercial con la corona y lanzarse a su aventura que consistía en llegar al Oriente por la ruta de Occidente, partiendo de la idea muy difundida ya entonces de que la Tierra era redonda. Colón llegó a tierra un 12 de octubre de 1492*, pero nunca se enteró de que no había llegado a la China, como él creía, sino a un continente desconocido para los europeos al que tiempo después llamarían América.


Portugal y España se disputaban la propiedad del continente "descubierto" por Colón. Llegó a tal punto la discusión que tuvo que intervenir el Papa Alejandro VI Borgia quien a través de la Bula Intercaetera, de mayo de 1493, dividía los dominios españoles y portugueses a través de una línea imaginaria trazada de Norte a Sur a 100 leguas al Oeste de las Islas Azores y de Cabo Verde. Las tierras al Oeste de esa línea serían de España y las ubicadas hacia el Este, de Portugal. Pero Portugal no se quedó conforme y hubo que firmar un nuevo acuerdo, el Tratado de Tordesillas el 7 de junio de 1494 por el cual la línea se corrió a favor de Portugal a 370 leguas al Oeste de las islas del Cabo Verde. Esto les dio derecho a los portugueses para establecerse en América y ocupar un extenso territorio que con el tiempo se llamaría Brasil.


El contacto con los europeos les trajo en lo inmediato graves consecuencias a las poblaciones nativas. Muchos morían a causa del contagio de enfermedades que portaban los europeos y para las que ellos no tenían defensas. Pero la mayoría de la población de las Antillas se extinguió en apenas 20 años de contacto con los europeos, a causa de los malos tratos, los trabajos forzados y el cambio de vida, de cultura y de religión que les impusieron los conquistadores.


"La pura verdad" 
"Pienso estuvo el yerro en no hacer estas averiguaciones más que con los españoles y las averiguaron con los indios, que también les tocaba mucha parte de ellas y aun del todo, pues fueron el blanco donde todas las cosas de la conquista se asestaron, y son los que muy bien las supieron y las pusieron en historia algunos curiosos de ellos las escribieron. La tengo en mi poder y tengo tanta envidia al lenguaje y estilo con que están escritas que me holgare saberlas traducir en castellano con la elegancia y gracia que en su lengua mexicana se dicen. Y por ser historia pura y verdadera, la sigo en todo; y si a los que las leyeran parecieran novedades, digo que no lo son, sino la pura verdad sucedida, pero que no se ha escrito hasta ahora, porque los pocos que han escrito los sucesos de las Indias, no las supieron, ni hubo quien se las dijese." (Fray Juan de Torquemada, sacerdote e historiador español residente en México, Monarquía Indiana, Sevilla, 1615.)


Gente indómita
"Pues la gente que había seguido al Almirante en la primera navegación, en su mayor parte gente indómita, vaga y que, como no era de valer, no quería más que la libertad para sí de cualquier modo que fuera, no podía abstenerse de atropellos, cometiendo raptos de mujeres insulares a la vista de sus padres, hermanos y esposos; dados a estupros y rapiñas." (Pedro Mártir de Anglería, humanista español de origen italiano, Décadas de Orbe Novo, Libro IV, Cap. I págs. 43-44.)


"Cuando los señores blancos llegaron han enseñado el miedo y han venido a mancillar las flores. Para que viviese su flor, han hundido y agotado la flor de los otros. ¡Asaltantes de la vida, ofensores de la noche, verdugos del mundo! No hay verdad en las palabras de los extranjeros." (Del Chilam Balam, libro sagrado de los mayas.)


*Investigaciones recientes afirman que el grito del llamado Rodrigo de Triana se produjo el 13 de octubre, momento en que Colón llegó al islote de Guanahaní (actuales Bahamas), al que llamó San Salvador. Regresó a España creyendo que estas islas formaban parte del Asia y se les dio el nombre de Indias Occidentales.


domingo, 19 de octubre de 2014

¿Qué es la arqueología?

¿Qué es la arqueología?

José María Cruxent (arqueólogo venezolano de origen español) 
rescatando restos humanos


La Arqueología (del griego «ρχαίος» archaios, viejo o antiguo, y «λόγος» logos, estudio) es una ciencia social autónoma que estudia las sociedades a través de sus restos materiales, sean estos intencionales o no. Así, debemos dejar de lado la tradicional visión de que es "una ciencia auxiliar de la Historia, que complementa con documentos materiales aquellos períodos no suficientemente iluminados por las fuentes escritas". Gracias a ella se han multiplicado las posibilidades de conocimiento del nuestro pasado, de forma que la historia humana adquiere una profundidad nueva, un relieve que antes no tenía.



Debido a la antigüedad del hombre, y la gran cantidad de sociedades y culturas que han existido, tenemos dentro de la arqueología muchas especialidades, entre las que podemos mencionar arqueología prehistórica, arqueología clásica, arqueología medieval, o más recientemente, la arqueología del paisaje, la arqueología de la arquitectura, la arqueología industrial o la arqueología experimental. Cada una de ellas posee sus propias herramientas específicas de análisis e hipótesis de trabajo.


domingo, 12 de octubre de 2014

Caonabó, el primer libertador - Felipe Pigna

Caonabó, el primer libertador


Autor: Felipe Pigna

Cuando el desorientado almirante Cristóbal Colón llegó a lo que él creía era parte de la India o de China (ni siquiera estaba seguro de la ubicación geográfica de su error) y que en realidad era la isla que los taínos habían “descubierto” hacía rato y llamaban Haití, 1 decidió rebautizarla La Española 2 En ese momento, el territorio estaba gobernado por cinco caciques principales: Guarionex, en cuyas tierras y ríos, para su desgracia, había oro; Guacanagarí, que les dio la bienvenida y hospedaje a Colón y sus muchachos; Cotubanamé, conocido como el señor de la isla sur; Caonabó, 3 el más poderoso y guerrero de todos ellos, y Behechio, hermano de Anacaona, esposa de Caonabó y recordada por su gran belleza. En poco tiempo, para la versión de los invasores, Caonabó se convertiría en el más encarnizado enemigo de los blancos […] dotado de natural talento para la guerra y de una inteligencia superior a la que suele caracterizar la vida salvaje. Tenía para acometer atrevidas empresas un ánimo incansable y audaz; y el apoyo de sus tres valientes hermanos, y la ciega obediencia de una tribu numerosa.4

El encuentro inicial con los invasores españoles fue pacífico. Los taínos hicieron gala de su hospitalidad y su visión amistosa del mundo. Alimentaron y hospedaron a Colón y los suyos, y como no entendían de propiedades privadas compartieron sus riquezas, como señala el padre Las Casas: “tomaban todo lo que bien les parecía, con mucho placer de los dueños, como si todo fuera de todos”. 5

Pero Colón no estaba muy interesado en el intercambio cultural; quería enriquecerse sin demasiados trámites y comenzaron los más crueles ultrajes contra la población original, provocados por lo que Germán Arciniegas llama la “fiebre amarilla”, es decir, la desesperación de los europeos por el oro.

El propio Colón escribía en su diario: “El oro es excelentísimo: del oro se hace tesoro y con él, quien lo tiene hace cuanto quiere en el mundo”. 6

Pronto comenzaron las violaciones y los asesinatos en masa, llevados adelante por aquella gente que traía consigo toda la intolerancia de la España inquisitorial de los Reyes Católicos, que acababa de expulsar a los judíos y que quería acomodar el mundo que “descubrían” a su mundo. Los indignaban desde la costumbre cotidiana del baño hasta la vida comunitaria, desde la poligamia hasta el politeísmo, aunque ellos, tan fervientes monógamos y católicos, formarían verdaderos harenes, iniciando una costumbre que se extendería por toda la llamada “América española”. 7 Negaban la condición humana de sus anfitriones, a los que inmediatamente pretendieron convertir en súbditos.

El Almirante volvió a España a dar cuenta de sus “hazañas” y dejó a sus hombres al mando del escribano real Diego de Arana en el Fuerte de Natividad, construido con los restos de la malhadada Santa María. 8 Según la historia oficial, imploró a sus hombres que trataran bien a los “indios”; según la verdad histórica, avaló antes de irse una matanza en la que parte de su tropa se entretuvo probando sus armas con hombres, mujeres y niños. Cuando los invasores, ya convertidos en cazadores de esclavos, quisieron establecer un coto en las tierras de Caonabó, en el Cibao, 9 les fue muy mal. El cacique estaba perfectamente al tanto de la conducta de los europeos y los estaba esperando. Fueron recibidos a flechazos. 10 Quedaron unos pocos que fueron perseguidos por Caonabó y sus hombres hasta el fuerte, que ardió hasta convertirse en cenizas. Así terminaba el primer asentamiento de los invasores, por orden del primer rebelde americano. Las Casas justifica la acción escribiendo que el ataque era producto del accionar despiadado de los españoles, “por sus culpas y malas obras”.

Colón, al regresar en su segunda invasión y enterarse de lo ocurrido, se enfureció y sólo pensaba en terminar con ese hombre cuyo nombre apenas podía pronunciar. Mandó construir un nuevo fuerte en la desembocadura de un río llamado hoy Bajabonico, y lo bautizó La Isabela en memoria de la reina católica. La ciudadela fue rápidamente sitiada por Caonabó y su gente, que se oponían al tributo y a los permanentes atropellos de los “colombinos”.

Cuenta el notable historiador Juan Bosch: 11 Como un fantasma, Caonabó, cuyo espíritu parecía animar todas las rebeliones, seguía siendo un ser terrible y desconocido, casi una imponente leyenda, inencontrable, inaprensible, con su amenazador prestigio creciendo cada vez más. Un día era atacado determinado fuerte español; a Caonabó se achacaba la empresa. O algunos soldados hispanos que se aventuraban a alejarse de sus compañeros aparecían muertos y mutilados; Caonabó era el autor de esas muertes. O las imágenes de santos católicos eran destruidas; Caonabó lo había ordenado. Caonabó era ya el dios del mal en La Española, el espíritu implacable, el perseguidor incansable. Colón, más sagaz político de lo que se ha querido ver, sabía que mientras viviera Caonabó su dominio de la isla sería insuficiente, porque los españoles no dejarían de temerle y los indios no se sentirían desamparados en tanto supieran que él podía aparecer un día para acabar con los invasores, como lo hizo la primera vez. 12

Treinta días duró el sitio de La Isabela, lucha en que el jefe rebelde fue perdiendo a sus mejores hombres. Pensó que lo mejor era la unión de todos los jefes contra los invasores, pero lamentablemente Guarionex se opuso porque había dado su palabra a Colón de hospedarlo y obedecerlo. Caonabó fue capturado después de caer en una trampa que le tendió Alonso de Ojeda, uno de los lugartenientes de Colón. El Almirante lo mantuvo prisionero durante meses. Sigue narrando Bosch: Pasaba las horas mirando a través de las rejas de una ventana, contemplando el lejano horizonte con una expresión de gran señor preocupado, sin mostrar jamás una debilidad. Sus guardianes tuvieron siempre la impresión de que aquel prisionero tenía un alma más grande que las suyas. 13

Pero Caonabó no había nacido para obedecer y un día pidió hablar con Colón y le explicó que la única forma de parar los constantes ataques que se sucedían era que el propio Almirante encabezara la represión. La estratagema era parte de un plan que pretendía alejar de La Isabela a Colón y a los mejores soldados españoles, para facilitar el ataque a cargo del cacique Maniocatex. La idea era liberar a Caonabó y destrozar el poblado español. Pero la conspiración fue descubierta por Colón, quien decidió enviar al prisionero a Europa para que lo juzgara la justicia inquisitorial española.

Caonabó fue embarcado a la fuerza y a poco de ingresar al barco inició la primera huelga de hambre de la que se tenga registro en nuestra América. El primer libertador se negó a probar bocado. Ellos habían decido presentarlo ante unos reyes que repudiaba y a los que negaba toda obediencia. Caonabó seguiría desobedeciendo hasta el último momento de su vida. Hay dos versiones sobre su muerte, la que dice que murió de inanición y la que habla de un naufragio de la embarcación que lo llevaba ante sus “altezas”. Lo cierto es que Caonabó cumplió su palabra: no se arrodillaría ante los reyes que propiciaban la masacre de su pueblo y no lo hizo.

Concluye Bosch su artículo con esta semblanza: Cuando supo el fin de Caonabó, Colón dispuso que todos los indios de La Española debían pagar un tributo anual, en oro, a los Reyes de España. Mientras él vivió, el Almirante no se hubiera atrevido a imponer esa ley arbitraría. Aun preso, Caonabó bastaba a evitar males a su raza. 14

Se enorgullece Hernando Colón –hijo del Almirante–, del sistema que adoptaron:
Pagaría toda persona mayor de catorce años un cascabel grande lleno de oro en polvo; todos los demás, veinticinco libras de algodón cada uno. Y para saber quién debía pagar ese tributo se mandó hacer una medalla de latón o de cobre, que se diese a cada uno cuando la paga, y la llevase al cuello, a fin de que quien fuese encontrado sin ella se supiere que no había pagado y se le castigase.15

Hizo falta esta tragedia para que llegara la unidad y que hasta Guarionex se sumara a ella. La lucha duró varios meses, al cabo de los cuales, provistos de refuerzos y de sus armas de fuego, los perros y sus pestes, los invasores lograron imponerse. Anacaona, “Flor de Oro” en lenguaje taíno, tras la captura de su esposo buscó refugio en Xaraguá y compartió el mando con su hermano Behechio. Cuando éste, a su vez, cayó peleando, Anacaona asumió la jefatura de la resistencia hasta su captura, tormento y muerte por los invasores. Tras verse obligada a presenciar el martirio en la hoguera de casi un centenar de señores de su tierra, fue finalmente “honrada” con la horca.

Guarionex sufrió la misma suerte que el pionero de la rebeldía americana; fue detenido, torturado y, en el traslado a España, murió durante un naufragio frente a la isla de Saona.



Referencias: 

1 Palabra de origen arawak que significa “tierra montañosa”.
2 Colón llegó a la isla el domingo 3 de noviembre de 1492 y por eso, en un principio, la bautizó “Dominica”, origen del nombre Santo Domingo que luego tendría una ciudad fundada por los españoles y andando el tiempo, toda la isla, hoy dividida entre la República Dominicana, que ocupa la zona oriental y central, y la República de Haití, en la parte occidental.
3 Caonabó significa “Señor de la Casa de Oro”.
4 Washington Irving, Vida y viajes de Cristóbal Colón, Mateu, Barcelona, 1961.
5 Fray Bartolomé de las Casas, Historia general de las Indias, Fondo de Cultura Económica, México, 1951; libro I, cap. XC.
6 Cristóbal Colón, “Relación del cuarto viaje. Jamaica 7 de julio de 1503”, en Diarios de viaje, Sarpe, Madrid, 1985.
7 El conquistador “monógamo” y monoteísta de Paraguay, Domingo de Irala, llegó a tener un harén de cincuenta mujeres guaraníes.
8 La Santa María chocó contra unos arrecifes el día de Navidad de 1492; ¿un castigo divino, tal vez?
9 En arawak, “Tierra de piedras y montañas”.
10 Esa zona de la bahía de Samaná en la República Dominicana se llama hoy Punta Flecha.
11 El profesor Juan Bosch fue electo democráticamente presidente de la República Dominicana y asumió el gobierno el 27 de febrero de 1963. Realizó una serie de reformas progresistas, tendientes a dotar de derechos a los sectores populares, y rescindió un contrato con la poderosa Standard Oil. Fue derrocado por un golpe de Estado pergeñado por los Estados Unidos. En 1965, un grupo de oficiales se opuso a los golpistas e intentó reponer a Bosch. El presidente yanqui Lyndon Johnson decidió invadir la isla con 45.000 marines para evitar que surgiera en el Caribe una nueva Cuba socialista. Se perpetró entonces una verdadera masacre.
12 Juan Bosch, “El Primer Libertador Americano”, en revista Carteles, La Habana, 6 de febrero de 1944.
13 Ibídem.
14 Ibídem.
15 Hernando Colón, Historia del Almirante, Planeta, Madrid, 2008.




sábado, 11 de octubre de 2014

Carlos I de España y V de Alemania

Carlos I de España y V de Alemania



Frank Omar Tabasca




Carlos V sentado, por Tiziano (c. 1548). Óleo sobre lienzo, 205 x 122 cm. Alte Pinakothek (Múnich).



Carlos I de España y Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico (1500-1558). Hijo de Felipe I de Habsburgo “El Hermoso” y de Juana I de Castilla “La Loca”. En 1516 a la muerte de Fernando II de Aragón, asume el trono de España hasta 1556 y fue emperador del Sacro Imperio Romano Germánico desde 1519 hasta 1558. Heredó por vía materna cuatro monarquías europeas, unió las coronas de Castilla, Aragón, Nápoles y Sicilia, y por vía paterna los Países Bajos Borgoñones y los Estados hereditarios de los Habsburgo. 


Escudo de armas del rey Carlos I de España y Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico.




Elementos del Escudo



Escudo de armas de Carlos V; que figuró en el
Ayuntamiento de Nueva Cádiz, capital de Cubagua. 

Rugil: Grabado del Escudo de Cubagua (1889). Publicado en la revista quincenal EL COJO ILUSTRADO. 15 de marzo de 1892. Año I, Nro. 6. p. 81. Reimpresión (1977), Tomo I, 1892, Ediciones “Emar” C.A. Caracas, Venezuela.


    En el siglo XVI, la isla de Cubagua fue el principal centro de explotación perlífera, por lo que el rey Carlos V, le otorgó el título de Nueva Ciudad de Cádiz el 12 de septiembre de 1528, y le cede también su escudo de armas.




Fuentes:

-Heráldica hispánica (s/f). [En línea]. “La Evolución de los Escudos de España. Desde los Reyes Católicos hasta el Estado Español”. [En línea]. Disponible en: http://www.heraldicahispanica.com/historiaescudo.htm

-Juan Rafael de la Cuadra Blanco. (s/f). “La heráldica de los escudos de Felipe II”. [En línea]. Disponible en: http://www.delacuadra.net/escorial/jr-heral.htm