Nueva Ciudad de Cádiz, Cubagua

Primera de Suramérica con título. 12 de septiembre de 1528.

MUSEO NUEVA CÁDIZ

El edificio que hoy sirve de sede al Museo Nueva Cádiz fue construido entre los años 1609 y 1612, por el gobernador de Margarita para entonces, Don Bernardo de Vargas Machuca, y tenía dos finalidades: la planta baja se dedicó a la cárcel púbica y la planta alta se dedicó al cabildo o al ayuntamiento.

JARDÍN DEL MUSEO NUEVA CÁDIZ

En él se hallan una amplia variedad de árboles ornamentales y frutales. Entre ellos el denominado “Pandano” una planta tropical con el tronco ramificado y curvado que puede alcanzar varios metros de altura.

LAS PERLAS DE CUBAGUA

La isla de Cubagua que conforma junto con las de Margarita y Coche el estado Nueva Esparta de Venezuela, fue el primer asentamiento español en suelo venezolano y su existencia inicial se debió fundamentalmente a la extracción de las perlas que abundaban en sus aguas y que desaparecieron debido a su explotación irracional.

RUINAS DE LA CIUDAD DE NUEVA CÁDIZ

Nueva Cádiz fue la primera ciudad española de Sur América, organizada en 1526 como Villa de Santiago y luego en 1528 obtuvo formalmente el título de ciudad de Nueva Cádiz. Allí se ejerció una explotación perlífera inmisericorde que les permitió a los conquistadores construir una ciudad relativamente grande, con dos iglesias, otros edificios públicos y de habitación.

ESCULTURAS DE JESÚS CRISTO

Esculturas que reflejan la vida y obra de Jesús Cristo de autoría anónima. “Humildad y Paciencia” y “Jesús atado a la Columna”. Fueron usadas en la Semana Santa de la ciudad de La Asunción.

lunes, 24 de noviembre de 2014

El Caballo Descabezado- Felipe Natera Wanderlinder

LEYENDAS MARGARITEÑAS:

El Caballo Descabezado




Felipe Natera Wanderlinder


En los primeros años de la conquista, un pescador de perlas, de nombre Juan, de origen griego vino a América en pos de aventuras, reunía preciosas gemas. Vivía en La Vecindad de Martínez, en una casita ubicada en la cima de una colina, frente al mar; para contemplar así la hermosa bahía que divisaba a lo lejos y en donde tenía andado el velero airoso y veloz para internarse en la inmensidad marina. Para llegar a la playa montaba un brioso caballo que era su más fiel compañero.


Las perlas que extraía del fondo del océano las guardaba en talegos que colgaba debajo de la montura a fin de llevarlas siempre consigo para librarse que le fueran robadas.


Juan tenía fundados temores. La codicia de los hombres venidos al Nuevo Mundo para alcanzar riqueza fácil, era manifiesta. Se perpetraban crímenes; abundaban ya las víctimas. Aquellos que laboraban, quienes se dedicaban a las faenas del mar y lograban reunir el producto de un trabajo honrado y agotador, eran liquidados. Desaparecían vidas y riquezas; por eso Juan tomaba las precauciones necesarias.


Y la vida de aquel hombre transcurría siempre con la esperanza de volver a la tierra que lo vio nacer y llevarse el tesoro nacarino. Se sentía inmensamente rico. Abrigaba la idea de regresar a unirse con la mujer adorada que un día, entre lágrimas, dejó allende los mares. Pero pasaban los años y el insaciable deseo de querer acumular más y más perlas lo retenía en las doradas costas de La Margarita. El compromiso contraído con la novia, ya era lejano recuerdo que se desvanecía en su mente y en el tiempo.


En el Alto del Moro, que así fue bautizado el lugar, por las tardes, cuando el sol declinaba y las sombras cubrían la tierra, Juan tomaba asiento en el umbral de la puerta de la vivienda. En las espirales del humo de la pipa que fumaba se iban los pensamientos que confusos y en tropel le venían. En una ocasión la luz de un relámpago hirió la noche que esperaba a lo lejos el retumbar del trueno. Se dejó sentir la lluvia que comenzó a caer bulliciosa, y el anciano se retiró a su lecho con el corazón lleno de presentimientos.


Al día siguiente, a la entrada del poblado, una banda de forajidos sorprendió al viejo Juan; lo derribaron de su cabalgadura, lo ataron a un árbol del camino en infamante suplicio. Tomaron para ellos los talegos de perlas. Al caballo lo descabezaron. Juan lloraba y pedía misericordia y por respuesta, sin la más leve piedad, también le cortaron la cabeza. Amo y animal permanecieron expuestos ante la mirada atónita de los que por allí pasaban.


El horroroso crimen sacudió las fibras más íntimas de los pocos habitantes del lugar y cuando quisieron vengar la muerte de aquel hombre, los asesinos huyeron, sin que se supiera más de ellos.


En cierta época del año, en el silencio de la alta madrugada, los perros aúllan, el graznido del chaure se hace penetrante y agudo. Las gallinas, en las ramas de los árboles, se espantan y erizan. Un lamento parece percibirse y luego el partir veloz de un caballo por la calle larga de la aldea. El comentario cobra vigencia: es el Caballo descabezado, es el Moro que parece aferrarse a la tierra con las ansias insatisfechas de seguir atesorando perlas, las que ofreció a la mujer de sus ensueños y que olvidó cegado por la ambición desmedida. El Descabezado, envuelto en las tinieblas, galopa, galopa, con su leyenda de siglos.





Fuente: Felipe Natera Wanderlinder (1973). “Leyendas Margariteñas: El Caballo Descabezado”. Publicado en la revista Margariteñerias. Edición Aniversario: La villa de Santa Ana en los 25 años de Margariteñerias (1997), Tomo I, p. 71-72. 


domingo, 23 de noviembre de 2014

El Descubrimiento de las Perlas

El Descubrimiento de las Perlas




“En el viaje tercero que Cristóbal Colón hizo a indias, año de 1498, (…), Llegó a la isla Cubagua, que llamó de perlas. Envió un batel con ciertos marineros a tomar una barca de pescadores, para saber que pescaban y qué gente eran. Los marineros siguieron la barca, que, de miedo, habiendo visto aquellos grandes navíos, huía. No la pudieron alcanzar. Llegaron a tierra, donde los indios pararon su barca y aguardaron. No se alteraron ni llamaron gente, antes mostraron alegría de ver hombres barbados y vestidos a la marinesca. Un marinero quebró un plato en Málaga, y salió a recatar con ellos y a mirar la pesca, porque vio entre ellos una mujer con gargantillas de alfójar al cuello. Hubo a trueco del plato (que otra cosa no sacó) ciertos hilos de alfójar blanco y granado, con que se tornaron alas naos muy alegres. Colón, por certificarse más y mejor, mandó ir otros con cascabeles, agujas, tijeras y casco de aquel mismo barro valenciano. Pues lo querían y preciaban. Fueron, pues, y trajeron más de seis marcos de alfójar menudo y grueso con muchas buenas perlas entre ellos.” Dígovos los españoles en la más rica tierra del mundo: demos gracias al Señor” (López de Gómara, Historia General de las Indias). 


domingo, 16 de noviembre de 2014

Petronila Mata.

Petronila Mata

Estampilla conmemorativa a los 500 años de Margarita referida a Petronila Mata.
Diseño oficial: Jorge Mier Hoffman.


Petronila de la Concepción de Mata Romero, heroína margariteña, nació el 28 de noviembre de 1794. Hermana del General Policarpo Mata y el Teniente Coronel Andrés Mata, figuras destacadas en el movimiento independentista venezolano y esposa del General Francisco Esteban Gómez, quien ha sido considerado el más grande héroe del estado Nueva Esparta.


El 19 de octubre de 1816, Petronila de Mata fue detenida junto a María de Jesús Salgado, esposa del Capitán Cristóbal Tenias en playa Moreno por una partida de caballería española que al galope tendido arremetió contra ellas, fueron llevadas al castillo San Carlos Borromeo de Pampatar, de allí conducidas a Cumaná y luego conducidas a las bóvedas de La Guaira. Petronila Mata que fue tomada embarazada, en enero de 1817 dio a luz a un niño que murió al poco tiempo de hambre, pues la madre sólo podía darle de comer pescado salado y maíz, careció de la lactancia necesaria para su crianza.


Antes y después del parto dirigió palabras al Jefe Pardo para que bajo fianza le permitiese salir a parir a casa de Don Manuel Marcano y después del parto con el fin de salvarle la vida a su hijo que padecía de hambre o por lo menos le permitiese mandarlo a criar, pero el inhumano de Pardo creyendo que la señora se escapase o que le hiciesen un buen presente a su esposo con el niño, no permitió ni una ni otra cosa, y solo le franqueo 8 reales.


Petronila Mata fue sometida a las mayores penalidades y torturas, lo que no doblegó su espíritu de mujer insigne. Francisco Esteban Gómez realizó muchas diligencias para rescatar de su cautiverio a su esposa. El Libertador conocedor de la suerte de la esposa del caudillo insular, en carta dirigida al General Santiago Mariño se preocupa por la suerte de la heroína y recomienda que se proponga su canje y regrese así al hogar, al lado de su esposo el General Francisco Esteban Gómez quien lucha en esos momentos con valentía por la causa de la independencia. Petronila Mata debió ser liberada en agosto de 1817, si nos atenemos a lo referido por Gómez, quien dijo estuvo diez meses presa. Petronila de la Concepción de Mata Romero murió en La Asunción el 04 de octubre de 1854.



FUENTE:
-Ángel Félix Gómez. “Petronila Mata, La Heroína Margariteña”, 1996.