Acerca del insunónimo
Paraguachoa
Francisco E.
Castañeda M.
(Nota: Este texto fue
publicado inicialmente en el Diario Sol de Margarita, Sección Cronic-Academia,
durante los días 20 y 27 de junio del año 2011 respectivamente).
Según la historiografía tradicional, comúnmente se
acostumbra identificar a la isla de Margarita con el topónimo o más bien, el insunónimo
Paraguachoa, citado por vez primera como una mera suposición en la obra intitulada
Geografía Médica del estado Nueva Esparta,
publicada en el año de 1921 y cuya autoría corresponde al doctor Andrés Sánchez
quien refiere lo siguiente:
Parece
que la isla era llamada por sus naturales Paraguachoa,
cuyo significado equivale en el dialecto que usaban a abundancia de peces. Sus indios pobladores pertenecían a la tribu
de los Guaiqueríes, familia de los Caribes (Sánchez, Andrés, 1921: 10. Las negrillas son del autor
del presente texto).
En ese mismo sentido, varios estudiosos de nuestra
historia regional afirman que dicho vocablo resulta ser una expresión de origen
cumanagoto por tanto de afiliación lingüística caribe la cual traduce: gente de mar o pueblo de mar, es decir, paragua: mar; choa: gente o pueblo (Montenegro,
1983: 44. Véase también, Subero, E., 1996: 55).
Sin embargo, cabe destacar que el mencionado término no
aparece reseñado en las primeras crónicas relacionadas con el territorio
insular margariteño, ni tampoco es utilizado por los primeros viajeros que
conocieron y describieron la realidad geográfica y sociocultural de la región
como es el caso, por ejemplo, del poeta, cronista e historiador Juan de
Castellanos, quien residió tanto en la isla de Cubagua como en la de Margarita durante
la tercera y cuarta décadas del siglo XVI y de cuyos valles y localidades
menciona, entre otros, los topónimos autóctonos, Arimacoa, Charaguaray y Paloguarime (Castellanos, J., 1962: 105 y
ss.).
La referencia más antigua relacionada con el vocablo en
cuestión, la encontramos en una comunicación enviada al rey por Juan de Ampíes
durante el año de 1526, donde solicitaba la confirmación de una Capitulación
para encargarse de poblar la costa de Coro, “desde Paraguachoa hasta la
punta de Coquibacoa” (Arcila Farías, E., 1979: 84).
Asimismo, se alude también al referido término en la
Licencia otorgada por el Alcalde Mayor de la isla de Cubagua, Pedro de Herrera,
fechada el 26 de julio de 1528, mediante la cual un grupo de “mancebos de Nueva Cádiz, solicitan una licencia
de armada para toda la costa venezolana, desde Cumaná hasta Coro […] desde la
provincia de Cumaná, toda la costa abajo, hasta las costas de Paraguachoa” (citado
en Otte, E., 1977: 225).
Otra mención acerca del vocablo en comento, aparece en un
mapa de la costa occidental de Venezuela fechado en el año de 1532 usado para
identificar a una localidad situada entre el Golfo Triste y Coro,
presumiblemente relacionado con la península de Paraguaná (Salazar Quijada,
Adolfo, 1983: 73).
En la obra del cosmógrafo y Cronista del Consejo de Indias, Juan López de Velasco, intitulada Geografía y Descripción Universal de las
Indias (1571-1574), dicho topónimo responde al nombre de un “pueblezuelo” de origen caquetío,
situado al igual que otros de la misma afiliación: “Altocuyo, Sauca, Miraca, Urraque, Santana y Hareurebo, en un cantón de
la provincia de Coro” (citado en Vila, P., 1964: 330).
Julio. C. Salas, en su obra Tierra Firme, Venezuela y Colombia. Etnología e Historia, afirma
que los “caquetíos tenían en la península
de Paraguaná, llamada treinta años después Paraguachoa, a la que Ojeda denominó
isla de Quequivacoa o Coquivacoa, varios pueblezuelos, a saber, Yadacacuiba,
Bararibe y Morui” (Salas, Julo C., 1997: 112).
Como se evidencia en el contenido de los testimonios
anteriormente citados, la voz Paraguachoa
identifica determinados espacios geográficos y localidades del noroccidente del
país, específicamente pertenecientes al actual estado Falcón y para nada alude
a alguna región del oriente venezolano y mucho menos de la isla de Margarita.
A este respecto, cabe destacar que el historiador y
hombre de letras neoespartano, profesor Efraín Subero, en su obra, Los orígenes históricos de la
isla de Margarita, afirma que, “la
documentación oficial menciona indistintamente tanto a Margarita
como a Paraguachoa, por lo menos hasta 1594” (Subero, E., 1996: 63). Sin
embargo, el doctor Subero no proporciona ningún testimonio fehaciente que
permita respaldar tal aseveración.
Por su parte, el historiador Carlos Duarte en su estudio,
Aportes documentales de la historia de la
arquitectura del período hispánico venezolano, sostiene que en el año de
1607, “el Cabildo Eclesiástico encargó a
Francisco Castillo, vecino de Caracas y apoderado de la catedral de Coro, para
fletar una piragua hasta Paraguachoa (isla de Margarita) y trasladar hacia Coro
al Maestro de cantería Francisco Ramírez, para trabajar en la obra de dicha
catedral” (Archivo del Cabildo Eclesiástico de la Catedral de Caracas,
Libro I. Pág.153).
De la revisión bibliográfica realizada hasta el presente,
este testimonio constituye la única referencia concreta que hemos hallado en
donde el vocablo Paraguachoa aparece
citado como equivalente al de la isla de Margarita. Por tanto, consideramos
necesario revisar el manuscrito original para constatar si la frase “isla de Margarita”escrita entre
paréntesis a continuación del término Paraguachoa, aparece tal cual cómo ha
sido citada en el estudio aludido pues, a riesgo de estar equivocado, creemos
que en la escritura castellana de comienzos del siglo XVII el uso de esta
figura o signo gramatical aún no era algo frecuente ya que “no será sino hasta fines del XVIII en que las normas que rigen el actual sistema ortográfico vayan
adquiriendo un carácter generalizado” (Contreras M., 2005: 165).
De todas maneras, independientemente de la fiabilidad histórica del aspecto que
nos ocupa, resulta obligante y necesario seguir revisando e investigando otras
fuentes primarias que nos permitan aclarar, en la medida de lo posible, el
origen y significado de este insunónimo de naturaleza amerindia, especialmente
en los actuales momentos cuando ha sido decretada oficialmente por el gobierno
estatal la enseñanza obligatoria de la Historia Regional Neoespartana en los
distintos Institutos de Educación Primaria existentes en esta Entidad, donde
los temas de nuestra toponimia y geohistoria en general, deben ser tratados con
la mayor objetividad y certidumbre posibles a los fines de evitar confusiones y
distorsiones conceptuales muchas veces difíciles de enmendar, sobre todo cuando
se transmiten a los estudiantes datos, informaciones o referencias que no han
sido confirmadas históricamente.
(Documento modificado parcialmente por su autor,
Francisco E. Castañeda M.
La Asunción, 28-
X-2020, día del glorioso Apóstol San Judas Tadeo.)
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